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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Fusión por absorción

Con la integración en el Descendimiento, a la Virgen del Rayo se le asegura veneración continuada y sin altibajos

Fusión por absorción
La Virgen del Rayo, el Sábado Santo de 2017 en la Mezquita-Catedral. FOTO: ÁLVARO CARMONA
Luis Miranda el

Me ha encantado la figura jurídica con la que el Obispado de Córdoba ha resuelto la integración de la hermandad de la Virgen de los Dolores y del Rayo en la cofradía del Santísimo Cristo del Descendimiento. Fusión por absorción, como cuando la entonces omnipotente Cajasur se merendó, un Miércoles de Ceniza de jamón ibérico y caña de lomo, decían las crónicas, a aquella Caja Provincial de Ahorros de Córdoba que nos regaló la hasta ahora mejor enciclopedia sobre la Semana Santa de la ciudad. Qué tiempos.
Córdoba nunca tuvo hasta ahora un número exagerado de hermandades, así que en su historia las fusiones y confluencias son más o menos raras. Salvo el caso de la unión en el año 2000 entre la Misericordia y la Sacramental de los Santos Mártires, que a su vez también venía de una fusión en el siglo XVIII, lo más frecuente es que las cofradías nazcan de escisiones de otras, y no lo contrario.
La determinación de hacer confluir a la Virgen del Rayo con el Descendimiento es sensata y más lo hubiera sido hace cuarenta años, cuando lo natural era que la imagen mariana más antigua y venerada del Campo de la Verdad se hubiese quedado en el Viernes Santo, como ya estuvo en el siglo XVII y también en la segunda mitad del siglo XX. Pero eso ya no tiene arreglo. Ahora puede parecer algo extraño tener como letífica a una imagen con lágrimas, pero venerar a Crucificados y Dolorosas en septiembre y sacarlos a la calles es más frecuente de lo que parece, y la Virgen del Rayo siempre tuvo una ráfaga.

La Virgen del Rayo saluda a la cofradía del Descendimiento en su última salida procesional, el Sábado Santo de 2018. FOTO: ROLDÁN SERRANO

El caso es que la hermandad del Rayo, más pequeña que la larga devoción a su titular, deja el Sábado Santo y acaso el horizonte de un lugar en la carrera oficial, y se integra en el Descendimiento, y con eso al menos se le asegura a la imagen una veneración continuada y con menos altibajos que hasta ahora. Por muchas iglesias abundan casos de corporaciones pequeñas con historia más o menos larga y de procesiones y devociones con cierta tradición, que con mérito hacen sus cultos y procesiones, pero que también reciben de sus hermanas de penitencia, más jóvenes y ahora también de apariencia más fuerte, la ayuda de quien cargue sus pasos y eche alguna mano.
Buscar a gente para esos días especiales no es difícil, pero una hermandad es mucho más que eso y en este tiempo, cuando que las iglesias están vacías y los bolsillos tendrán telarañas, costará que muchas que votan en la Agrupación tengan algo parecido a la vida diaria más allá de algún tuit sobre el Evangelio volcando textos sin leerlos. La herramienta jurídica ha sido excepcional en este tiempo y en esta ciudad donde el que se cabrea con su cofradía quiere hacer otra, pero quién sabe si en algunos años no será un precedente más que una rareza.

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