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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Drones chivatos

Si el Ayuntamiento controla las bullas con estos aparatos, lo suyo sería apuntar lo que les interese y borrar las cintas el mismo Domingo de Pascua por la noche

Drones chivatos
Dron sobrevolando un patio en el barrio cordobés de San Basilio. FOTO: VALERIO MERINO
Luis Miranda el

Todavía habrá que rezar para que los partes diarios del coronavirus no sigan dando sustos, pero conociendo al Ayuntamiento de Córdoba no sería extraño que la Semana Santa que viene, esa que parece que hay que anticipar en las calles como si no se pudiese esperar, esté controlada por drones. Los hubo en la fiesta de los Patios y también sobrevolaron los cementerios por Todos los Santos para saber en qué sitios había más aglomeraciones de gente. De gente que pudiera contagiarse, se entiende.

Casi desde el principio, José María Bellido tiene en su equipo a una edil de Transformación Digital, Lourdes Morales, que al margen de atender un área nueva parece que tiene idea de lo que hace e innova. Los drones con cámaras han sobrevolado las cabezas de la gente en estos últimos meses y mirando las cifras y las bullas no es difícil pensar que estarán también en la próxima Semana Santa de Córdoba, si es que la incidencia no vuelve a dejar a todo el mundo en su casa. No son raras en las procesiones, que se han grabado estos años muchas veces con vídeos de planos insólitos, aunque a la gente le siguen gustando los de las chicotás enteritas, con su marcha molona, sus costaleros andando bien (o como sepan) y el paso alejándose repartiendo emociones. De pellic-casso.

Si al final el Ayuntamiento controla las bullas con estos aparatos para ver en cada momento dónde está el peligro, lo suyo sería apuntar lo que les interese y borrar las cintas el mismo Domingo de Pascua por la noche, antes de que haya unos cuantos hermanos mayores con primos en la Policía Local o vecinos funcionarios en Capitulares deseando mirar lo suyos, que los drones son muy chivatos. «Fíjate, fíjate el corte que había a esta altura, que cabía un tren entre el penúltimo tramo y el último. Y el diputado mayor de gobierno va a la calle. Ahí está el tío, mirando al paso cangrejear y encima marcando el compás con el palermo. Ahora, que bien quedó, que yo disfruté debajo de las trabajaderas».

Cualquier cinta delatora podría sentenciar la suerte de alguno de negro. «Botando y con la delantera por un lado y la trasera por otro, y encima ha visto el micrófono y se ha puesto poeta, el tío. No cascó un varal con el balcón porque estaba el contraguía pendiente, que si no, tenemos un disgusto. Voy a grabarlo con el móvil para enseñárselo a la junta». Habría gente que lo usaría como prueba para quejarse del retraso que se habían llevado por culpa de una cofradía que se paró a ronear en una esquina más de la cuenta y otros que localizarían en un bar a la mitad de la cuadrilla de costaleros que un rato después iba haciendo una sinfonía de zancos contra los adoquines. Sí, habrá que borrarlo no sea que alguien haya visto que su cofradía en la calle tiene pocos nazarenos y mal ordenados y decida solucionarlo con más servidores.

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