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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Diálogo de las juntas gestoras

Las ha habido abusivas y arbitrarias, y siempre es mejor que los hermanos se gestionen por sí mismos, pero a veces hay que intervenir

Diálogo de las juntas gestoras
Nazarenos de la Agonía el Martes Santo de 2023. FOTO: ÁLVARO CARMONA
Luis Miranda el

Una junta gestora, dice el cofrade moderno que lleva tatuajes, escucha comparsas del Carnaval cuando no está con marchas de bandas de cornetas y tambores sin cornetas ni tambores y se pirra cuando los costaleros sacan voces de arriero para decir que la cola está, es siempre perniciosa porque violenta la voluntad de la mayoría democrática de los hermanos. El cofrade que no sabe quién es Juan Carlos Aragón, prefiere Soledad de San Pablo y adora a los capataces que apenas hablan, le contesta.
– Siempre y como norma general, no. Las ha habido abusivas y arbitrarias, desde luego, como en la Misericordia, o poco explicadas, como la de la Agrupación en 1999, que llegó con un decreto que atacaba el honor de una persona sin decir ni siquiera de qué se le acusaba. Y desde luego siempre es mejor que los hermanos se gestionen por sí mismos, pero a veces hay que intervenir.
– Nunca hay que intervenir, el pueblo es soberano. Fíjate lo que pasó en el Amor, que el cura vetó a cofrades que querían presentarse a hermanos mayores con excusas.
– No es poca cosa decir que no iban a misa. Quizá es lo mínimo que se pide a quien quiere estar al frente de una entidad cristiana.
– No hay que exagerar tampoco. Cuando sean hermanos mayores sí se les puede pedir, pero si ni siquiera les dejaron serlo no pudieron demostrarlo.
– No sabía entonces que todos los que siguen yendo a misa a sus hermandades o sus parroquias tengan responsabilidades en sus cofradías.
– Déjate de pegos que sabes lo que te quiero decir.
– Sí, que la vida religiosa no es importante más que si hay que cumplir para llevar la vara, o ni eso.
– No se puede hablar contigo, desde luego, si te pones así. Lo que quiero decir es que hay que dejar votar a los hermanos. Fíjate en la Agonía. Hay hermanos que quieren volver a las urnas y no les dejan.
– Me fijo, desde luego. Allí se votó una vez, salió un hermano mayor y dimitió a los tres meses.
– Lo dices como si ya no se pudiese votar más.
– No, claro que no, pero es que se convocaron elecciones por procedimiento abreviado y no se presentó nadie. Era a finales de enero, la cofradía estaba en interinidad y el Obispado puso una junta gestora. ¿Qué iba a hacer?
– Pues ahora podían dejar votar. He oído decir que ya hay candidatos.
– Sírvase usted mismo. Como los Sundaes del McDonald’s, que los pagas al pedir y te los ponen después, para que no se calienten mientras te zampas el menú de cuarto de libra con queso.
– Tendrán que hablar los hermanos.
– Insisto: ya se les preguntó y no se presentó nadie. Lo más sencillo era nombrar a quienes habían sido candidatos antes.
– Y perdieron.
– Sí, y los que ganaron se habían borrado. No parecían tener mucho respeto a quienes les habían votado muy poco tiempo antes.
– La democracia se ejerce votando.
– Ahí te doy la razón, pero no como tú piensas. Las urnas de hoy, y ahora te hablo de lo que pasa en la política, piensan que pueden decidir sobre todo. Sueltan a Barrabás y condenan al justo cada día más.
– Es lo que decide el pueblo en cada momento.
– La Iglesia y el cristianismo no tienen principios volubles. Buscan la Verdad, con mayúscula. Lo que está en el Evangelio. Desde luego que no es fácil de cumplir, para mí el primero, pero no se pueden aparcar los valores cristianos porque el hermano mayor no gusta o porque la gestora es peor que la voluntad del cabildo soberano, o como tú digas.
– ¿Y con el Evangelio se arreglan las cosas?
– Parece mentira que me lo digas y que tengas la cartera llena de estampas. Por lo menos encuentra uno la luz para saber cómo tiene que hablar y qué tiene que pensar, o por lo menos intentarlo y arrepentirse si no lo hace.
– Los hermanos tienen derecho a hablar y a expresarse.
– Nadie dice que no, pero con un poco más de respeto se les escucha igual.
– Ya sabes que hay de todo.
– Eso te vale para que no te pases con el asamblearismo.
– ¿Qué dicen en el Obispado de lo que pasa y de aquel cabildo tan tenso?
– Buena pregunta.

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