El irlandés Phil Laak, conocido como Unabomber, ha superado el récord mundial de horas seguidas jugando al póquer. El ganador del World Poker Tour de 2004 permaneció en una mesa del hotel Bellagio, en Las Vegas, durante 115 horas, tiempo en el que además ganó 6.766 dólares. No deja de ser una extravagancia, aunque los ingresos que le ha proporcionado la iniciativa (se admitían donaciones) irán a parar a una buena causa, Camp Sunshine, un campamento de verano de ayuda a niños con enfermedades degenerativas.
Phil Laak, satisfecho por su hazaña
Si permanecer despierto durante cien horas ya parece algo difícil de soportar, jugar al poker durante todo ese tiempo y además ganar dinero es un hito al alcance de muy pocos. De momento, sólo Laak ha sido capaz de superar la anterior plusmarca de Paul Zimbler, quien en 2009 aguantó 78 horas y 45 minutos sobre el tapete. Antes, Larry Olmsted había establecido el registro en 72 horas y dos minutos.
Unamomber empezó su reto a mediodía del pasado 2 de junio, una prueba de resistencia nada improvisada que al final duró 115 horas. Según relata el jugador en su blog, llevaba semanas entrenando para afrontar el récord, siguiendo una estricta dieta y un exigente plan de entrenamiento físico. Laak ya contaba, además, con la experiencia previa de soportar sesiones de más de cincuenta horas seguidas de póquer.
El registro final
Para seguir en directo la consecución del récord, los aficionados podían seguir los comentarios del propio Laak en su cuenta de Twitter, donde narra, por ejemplo, cómo se le cerraban los párpados después de 71 horas (antes no, por lo visto). Durante la larguísima sesión de juego, Unabomber fue sometido a un continuo control médico, que reveló que su temperatura y otras constantes vitales no sufrieron desviaciones peligrosas, aunque el hombre sí perdió cerca de dos kilos (de peso).
La meta de Laak era alcanzar las 80 horas en su prueba de resistencia, pero después de ese tiempo se sintió con ánimo para prologar la partida unas horitas más. Las reglas eran claras: por cada hora de juego se le permitía descansar cinco minutos, acumulables a gusto del consumidor. Es decir, podía jugar durante seis horas seguidas y tomarse un respiro de media hora, que además podía utilizar como quisiera, para ir al baño, comer o incluso dormir.
Unabomber se toma un merecido descanso
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