Primero fueron las damas, luego el ajedrez, más tarde el go y ahora le toca al póker. Aunque parezca mentira, el juego de cartas era el último reducto de la superioridad de la mente humana sobre los procesadores informáticos. El arte del engaño se nos da especialmente bien, pero Libratus, un programa de inteligencia artificial de la Universidad de Carnegie Mellon, está a punto de demostrar que incluso en el terreno resbaladizo de la información incompleta un robot puede derrotar a los mejores de nuestra especie. Cuatro grandes maestros del Texas Holdem (Jimmy Chou, Dong Kim, Jason Les y Daniel McAulay) se enfrentan a lo largo del mes de enero en un duelo que tiene gran importancia, moral y científica. El secreto de la bestia: la máquina aprende y mejora cada día. Es cuestión de tiempo que nadie pueda con ella.
No es la primera vez que se celebran estos duelos hombre-máquina sobre el tapete. Claudico, también desarrollado en Carnegie Mellon, perdió en mayo de 2015 contra otros cuatro mamíferos. Que yo sepa, nunca hasta ahora nuestra especie se había visto al borde de una derrota que, como sabe Kasparov, no tiene marcha atrás. Es posible que pronto no estén interesadas ni en perder el tiempo con revanchas.
La competición ha sido bautizada como «Brains vs. Artificial Intelligence: upping the ante» y se celebra desde el día 11 en el Casino Rivers de Pittsburgh. Jimmy Chou (no confundir con los zapatos de nombre casi idéntico) ha reconocido que al principio él y sus colegas subestimaron a Libratus. «El robot se vuelve mejor y mejor cada día. Es una versión mejorada de nosotros», admitió en la página de la universidad embarcada en el proyecto.
En total, serán veinte días de póker a muerte, hasta completar un total de 120.000 manos, suficientes para descartar el azar como factor decisivo. Además de jugarse su orgullo y el nuestro, los humanos compartirán un premio de 200.000 dólares. Puede parecer mucho dinero, pero no se puede negar el esfuerzo, en sesiones de nueve horas diarias, que se pueden ver en directo, de once de la mañana a ocho de la tarde.
Libratus ha sido desarrollado por el profesor de computación Tuomas Sandholm y por su alumno Noam Brown. Como sabemos, en el ajedrez todo está a la vista, pero en el póker la información que conocen los jugadores es incompleta y entran en juego factores como los faroles y otro tipo de engaños. En el Texas Holdem con límite, el humano llevaría las de perder, pero en la modalidad sin límite tiene más opciones, porque es más difícil establecer unos patrones ganadores y hay que saber adaptarse mejor a cada rival. Otro paso futuro será lograr que la máquina se sienta igual de cómoda en mesas con más de dos jugadores.
Si el invento prospera, se supone que programas parecidos podrán utilizarse (y de hecho se emplean cada vez más) en campos como los negocios, la estrategia militar e incluso la medicina. El profesor Sandholm está muy satisfecho de lo ocurrido hasta ahora. «Los algoritmos están funcionando bien. Son mejores anticipando la estrategia, mejores aplicándola durante el juego y mejores “en pleno vuelo”».
Los jugadores, por su parte, no paran de compartir notas e intentan ayudarse entre ellos, buscando debilidades que explotar de la máquina. «Los primeros dos días teníamos grandes esperanzas, pero cada vez que encontramos un punto débil aprende de nosotros y al día siguiente ha desaparecido», declaró un preocupado Chou.
Una ventaja innegable de Libratus es que mientras sus rivales duermen por la noche, él sigue trabajando incansable y estudiando las manos jugadas para seguir mejorando. Todo el equipo humano del departamento de computación de la universidad privada, por otro lado, ha adaptado sus horarios para intentar ganar esta competición. Habrá quien los considere «traidores» o «colaboracionistas».
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