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Diez consejos para organizar una timba casera de póker

Diez consejos para organizar una timba casera de póker
Federico Marín Bellón el

En los últimos días he recuperado el placer de participar en un par de timbas caseras de póker, después de bastante tiempo de inactividad. Las dos citas fueron muy distintas pero igual de satisfactorias: la primera fue con Rafa Nadal y Juan Carlos Navarro como protagonistas, en Mallorca (ya lo conté en esta entrada), y la segunda se celebró en mi casa, el pasado fin de semana, aprovechando que las princesas estaban fuera. Recupero así la vieja idea nunca materializada de aportar algunos consejos, absolutamente subjetivos, para quien se dedique al noble arte de organizar estos encuentros.

Póker con Rafa Nadal y Juan Carlos Navarro

1. Juega con poco dinero. En la partida en Manacor no había ni un euro en juego, pero el primer eliminado tenía que tirarse a la piscina vestido como pago. En mi casa, cada ficha valía una cantidad tan ridícula que me da vergüenza ponerlo por escrito. Por cinco euros, la banca te daba 5.000 fichas. Diez valían un céntimo. Aunque siempre hay que poner algún aliciente en las partidas, es importante que el dinero no suponga un problema y que ninguno de los participantes pueda sentirse incómodo. Por otro lado, si te sorprende una redada –es posible–, mejor que la cantidad sea ridícula, aunque más de una vez he leído informes policiales en los que se destacaban las tropecientas fichas incautadas, como si su valor nominal fuera real y el delito pareciera cometido por algún miembro de la familia Pujol.

2. Que predomine el buen rollo. Se supone que estas reuniones se celebran entre amigos. A menudo aparece alguien que no conoces gracias a la mediación de otra persona. Si todo sale bien, habrás ganado otro colega, y no de los de Facebook. El póker es un juego social, perfecto para pasar un rato agradable. Si se cumple el punto anterior, sobre el dinero, es más difícil que surjan los problemas. Si los participantes se descuidan, se han dado casos de asesinatos entre hermanos.

Larry David, en el centro, un gran aficionado a las timbas caseras

3. Material. Se puede jugar con garbanzos esparcidos sobre el suelo, pero si te lo puedes permitir, las sensaciones son mucho mejores sobre un tapete, con fichas y una buena baraja, de las de plástico. Ya venden maletines hasta en los «chinos». Tener una mesa «de verdad» (que también se pueden comprar) e incluso conseguir un crupier estará solo al alcance de unos pocos, pero cualquiera que haya jugado en esas condiciones sabe el lujo que suponen. El «dealer», por otro lado, también suele hacer las veces de árbitro, una figura nada desdeñable.

4. Comida y bebida. Salvo que la partida sea extremadamente breve, en algún momento hay que tomarse un descanso. Ya sabemos que con espacio y medios se puede organizar incluso una barbacoa con carne y gambones a la plancha. En ambientes más modestos, bocadillos, pizzas, empanadas hacen la misma función alimenticia. En todo caso, en una casa normal es bueno que la comida no sea muy grasienta. Sopas, platos con salsa y otras viandas que manchen tienen su peligro. Es habitual también tomarse un refresco, una cerveza o alguna copa durante la partida. Si la sala lo permite, contar con mesitas auxiliares servirá para prevenir posible accidentes. Se bracea mucho en estas timbas.

5. ¿Torneo o dinero? A mí me gustan más los torneos, pero el «cash» tiene la ventaja de que nadie queda eliminado, salvo que dilapide todo su dinero en un proyecto fallido. Lo de apostar las llaves del coche o la casa ya sabemos que solo se ve en las películas. Si prefieres los torneos, una opción es jugar varios rápidos y otra permitir recompras durante un tiempo prolongado.

Woody Allen recibe unas lecciones de Anjelica Huston en «Misterioso asesinato en Manhattan»

6. Reglas. En el caso de que se juegue un torneo, es bueno dejar claro de antemano el ritmo al que se incrementan las ciegas, si se pueden efectuar recompras y otros detalles. Es peor improvisar, porque al hacerlo siempre se beneficia o perjudica a alguien, aunque sea de forma involuntaria. El rizo de la previsión es tener en casa el reglamento editado por la Federación Internacional de Póker.

7. Número de jugadores. Salvo que dispongas de infraestructura para más de una mesa –circunstancia que puede multiplicar también los problemas legales–, entre seis y nueve jugadores es una cantidad idónea. En realidad, con dos sería suficiente para echar unas manos, pero con cuatro o menos personas en mi casa lo que se practica es el ajedrez.

8. Novatos. A menudo se presenta algún principiante, que no perderá, necesariamente. A mí me gusta tener preparada una pequeña chuleta con el rango de manos, para que tenga claro si vale más el color o la escalera, por ejemplo. Una o dos rondas de ensayo son suficientes para que pueda echar a andar por su cuenta. Cuando la disparidad de experiencia es muy grande, el supuesto experto puede comentar las manos jugadas para enseñar a los demás las sutilezas del juego. Ojo con esto porque a muchos les disgustan los listillos. Los jugadores inteligentes siempre agradecerán que alguien con más conocimientos les dé una lección gratis (o casi).

Esto NO es una partida casera. John Malkovich y Matt Damon en «Rounders»

9. Aplicaciones de ayuda. Otro día detallaré algunas «apps» que te harán la vida más fácil para controlar las ciegas y el tiempo. Cualquier teléfono inteligente tiene al alcance docenas de ellas, muchas gratuitas. Algunas son fantásticas y te ayudan incluso a calcular las fichas que debe tener cada jugador y a controlar la duración total de la partida, para que no se vaya de las manos. Estos programas suelen merendarse la batería del móvil, pero si estás en casa lo normal es que dispongas de cargador. Si tienes un teléfono más austero, con un simple reloj se pueden controlar los saltos de ciegas, que de todas maneras vendría bien tener apuntadas.

10. Gana con elegancia y pierde con educación. Esto es válido para cualquier juego y no creo que necesite mayores aclaraciones. Mi madre siempre repetía un dicho: «En la mesa y en el juego, se conoce al caballero». Eso no significa que no se pueda vacilar un poco a los otros jugadores, sobre todo si son viejos amigos.

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