De entrada, creo en estas listas tanto como en la honradez de un político (ambos me tienen que demostrar que dicen la verdad), pero era necesario remarcar un hecho que los medios han pasado por alto al dar la noticia, incluido ABC. En la lista de las diez personas con un cociente intelectual más elevado del mundo, según la organización Super Scholar, hay dos ajedrecistas: Garry Kasparov y Judit Polgar. ¿Solo dos? Bueno, también se cita a un gran aficionado al póquer, el actor James Woods. El último de la lista es es Stephen Hawking, aunque muchos lo colocan el primero, quizá por ser el más conocido.
Dos de las personas más inteligentes del mundo, en el torneo de Tilburg de 1997. La foto está tomada del muy recomendable blog de Antonio Gude
En realidad, ¿a cuánta gente le han calculado el cociente intelectual, suponiendo que la prueba dé la verdadera medida de la inteligencia de una persona? ¿Conocemos la cifra de Anand, Carlsen o Mourinho? Y sin salirnos de los diez genios citados, ¿tienen realmente ese CI o es solo una estimación? No quiero pasarme de escéptico. De hecho, publiqué aquí mismo una entrada sobre las diez razones (y hay más) por las que jugar al ajedrez es bueno para nuestro cerebro, pero hoy el diablo guía los pasos de este blog, no sé si en defensa de la causa contraria, pero sí con afán de mostrar otros puntos de vista.
Ya dijo Unamuno que «el ajedrez procura una suerte de inteligencia que sirve únicamente para jugar al ajedrez». Y sin citar nuestro juego favorito, Hemingway escribió en «¿Por quién doblan las campanas?» no solamente que doblan por ti, sino algo muy parecido a lo expresado por don Miguel, pero con otras palabras y en inglés: «I guess really good soldiers are really good at very little else». George Steiner añadió que «el ajedrez puede ser el más profundo y menos agotable de los pasatiempos, pero sólo eso» y un gran aficionado como Raymond Chandler llegó a afirmar que es «el más grande desperdicio de la inteligencia humana después de la publicidad». Para terminar, no puede faltar el más profesional de los opinadores universales, el precursor del tertuliano George Bernard Shaw: «El ajedrez», alumbró un día cualquiera, «es un expediente tonto que hace creer a la gente inactiva que hacen una cosa muy astuta cuando solamente están perdiendo su tiempo».
Dicho lo cual, tengan en cuenta, señores del jurado, que estos testimonios siguen siendo una minoría. La defensa podría escribir un libro con las frases a favor del encausado.
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