Primera partida de Carlsen con blancas, primer punto en el Mundial que se disputa en Sochi. Si el sábado su presión no fue suficiente para ganar, en la partida del domingo se ha apuntado una victoria impresionante. Sin una sola jugada espectacular y, es cierto, con un error final de Anand definitivo, lo cierto es que el campeón del mundo demostró que es lo más parecido a una máquina que se ha visto nunca. Es un centauro, como lo definió una vez Miguel Illescas con acierto.
Carlsen es intratable cuando juega su mejor ajedrez. Su tratamiento de las aperturas es además un ejemplo. Con una variante «antiberlinesa» de la española, logró el milagro de introducir una novedad (una jugada que no se ha hecho nunca, al menos en partidas de alto nivel) en la jugada siete. Hay que tener en cuenta que la apertura que inventó el clérigo Ruy López de Segura en el siglo XVI tiene algunas líneas que los expertos juegan de memoria hasta más allá de la jugada veinte. Magnus se desvió de lo conocido y alcanzó una de sus posiciones «tranquilas» que, como todo buen aficionado al cine sabe, son sólo el preludio de algo muy malo para su rival.
Anand no jugó mal. Es curioso ver, por ejemplo, que en los análisis realizados por Alejandro Ramírez para Chessbase critica jugadas que en realidad las máquinas no sólo censuran, sino que las recomiendan. Defenderse contra un jugador como el noruego en determinadas posiciones es un ejercicio de equilibrismo. Sus golpes no son nada obvios, pero las ideas estratégicas que aplica llegan a ser tan profundas que ni los ordenadores pueden entender siquiera cómo defenderse. La fuerza de su juego es desmesurada y a la vez casi intangible. Luchar contra Carlsen es tratar de resistirse a una fuerza de voluntad superior. En eso sí se parece a campeones como Fischer, Karpov y Kasparov.
Por eso la segunda partida del Mundial es tan impresionante y no se puede achacar a un solo error de Anand. Cuando llegar el fallo del indio en la jugada 35, todavía no se puede decir que estuviera perdido, pero apenas hay humano capaz de defenderse con precisión en esa situación. Si se observa la valoración que dan los módulos informáticos de la posición jugada a jugada, se ve cómo logra incrementar el campeón su ventaja milímetro a milímetro, sin que medien otros errores. Anand, si acaso, pecó en un par de momentos de no buscar el contraataque. Su defensa fue algo pasiva. Contra el número uno no basta con acumular piedras en una muralla que suele acabar por desbordarse.
La tarea que tiene ahora el indio por delante se antoja titánica. Ahora tiene un día de descanso, pero la manera en que afronte la tercera partida dirá mucho de lo que podemos esperar en lo que queda de Mundial.
Y aquí se puede ver la partida, una vez más: