El ajedrez está más vivo que nunca. Prueba de ello, aunque parezca paradójico, son las propuestas que siguen surgiendo para renovar este juego milenario, que nos sobrevivirá a todos. El historiador e investigador José Antonio Garzón, uno de las personas que más ha hecho por demostrar el origen valenciano del ajedrez moderno, presenta la última idea en el libro «El Ajedrez del Virrey», después de la propuesta de ajedrez neoclásico de Gabriel Fernández de Bobadilla. La de Garzón tiene dos virtudes: bebe de la tradición y es respetuosa con las actuales reglas. Y sin embargo, su aportación podría provocar, con muy poco, una pequeña revolución.
En su libro, editado en versión bilingüe (español e inglés) por Alenar, Garzón repasa la evolución histórica del juego y los principales intentos por modificar sus reglas. Especialmente instructivo es su recuerdo de las piezas que alguna vez han pisado los tableros (no siempre de 8×8) y que no han llegado hasta nuestros días, como el unicornio, la alferza, el roque, león, el centauro, la zaraza, la dama cavallota, etcétera. Él cuenta cómo movían y qué obra o autor se refieren a cada una de ellas.
Por otro lado, desde los tiempos de Francesch Vicent en el siglo XV, cuenta Garzón, está documentada la controversia por la regla de coronación del peón, que no se cierra hasta el siglo XX, cuando la FIDE pone orden en 1924, en París. A partir de ahí, realiza su propuesta, que consiste en que los peones que alcanzan la última fila promocionen según el rango de la pieza que inicialmente ocupa la columna. Es decir, el peón de torre coronaría en torre, el de caballo en caballo, etcétera. Esto solo alteraría la norma más inestable que ha tenido el ajedrez, explica el autor. Es «un pequeño cambio que, sin embargo, lo cambia todo».
Enseguida surge una duda, que José A. Garzón resuelve de tres maneras posibles, aunque él tiene su favorita. Qué ocurre con el peón de rey. Una posibilidad es que se convierta automáticamente en dama. Otra consiste en que el jugador elija, como ahora. La tercera, solución preferida de Garzón, es crear una nueva pieza, el virrey, que podría estar representada por un rey sin corona. Él propone además llamarlo ajedrez valenciano, como homenaje, que no sustituiría al actual, sino que podría complementarlo, con esta variante aún más compleja.
El resultado es que no solo revolucionaría la teoría de los finales (pone varios ejemplos elocuentes), sino que terminaría por afectar a toda la partida, incluida la teoría de las aperturas. Preservar algunos peones sería mucho más importante. «El ajedrez del Virrey» se completa con una abrumadora documentación y bibliografía, además de alguna explicación técnica con ejemplos de estudios y finales que cambian por completo la teoría actual.
Ajedrez