A Magnus Carlsen se le puede dejar atrás en una carrera corta, sobre todo si tropieza o empieza frío, pero si la competición dura algo de tiempo (y el Mundial de partidas relámpago tuvo 21 rondas), al final siempre está arriba, luchando por el título. Y en esas peleas suele alzarse ganador. Así fue, en una jornada impresionante, con nueve puntos en diez partidas, que le sirvió para volver a proclamarse campeón del mundo de partidas relámpago (blitz).
El noruego iba varios puntos por detrás de la cabeza al pasar el ecuador de la prueba, pero su segunda jornada fue apabullante, con victorias de todos los colores. Cuando se cruzó con Sergey Karjakin, líder hasta ese momento, lo destrozó «al toque», casi sin pensar, con una violencia innecesaria. El ministro de Defensa dimitió antes de la jugada 30 y aunque pareciera una locura, el Mundial parecía sentenciado, con seis rondas por delante.
Karjakin tiene la enorme virtud de no deprimirse nunca y mantuvo el pulso casi hasta el final, aunque en general le pudo su conformismo en demasiadas partidas que terminaron en empate. Con Anand firmó incluso unas tablas exageradamente prematuras. No fue un gesto bonito –al indio le salió bien en el Mundial de rápidas–, pero al menos lograron su mejor objetivo posible: terminaron empatados en el segundo puesto. El ruso quedó por delante gracias al sistema de desempate.
A Magnus, que dio una lección tras otra, le sobró incluso una ronda para proclamarse campeón. Solo Vachier-Lagrave y Levon Aronian, este con todo decidido, salieron vivos. Para Carlsen suponía un enorme contraste con su actuación del primer día, cuando perdió dos partidas (Sjugirov y Yu) y empató cuatro. Iba en la posición número 20, pero una vez en modo bestia nadie pudo con su potencia y remontó son suficiencia aplastante.
Del Mundial se puede destacar también la fantástica actuación de Andrey Esipenko, de 15 años. El Maestro FIDE ruso se vino un poco abajo el segundo día, pero ganó 50 puntos Elo después de enfrentarse a 21 jugadores que le sacaban entre 100 y casi 300 puntos. Terminó con 11,5 puntos, los mismos que Paco Vallejo, el mejor español. Medio punto menos hizo David Antón, mientras que Iván Salgado acabó algo desfondado, con 8,5 puntos. Al menos puede decir que ganó a Mamedyarov.
En el Mundial femenino, ganó la georgiana Nana Dzagnidze, por delante de la rusa Valentina Gunina y de la china Wenjun Ju, quien repitió medalla, al igual que el rejuvenecido Anand.
Pero la heroína de la mayoría fue la sueca Pia Cramling, casada con el español Juan Manuel Bellón. Terminó quinta después de dominar gran parte del torneo, pese a que tiene 54 años y no partía ni entre las cincuenta favoritas.
Otros grandes momentos
La primera ronda empezó con polémica, por una doble jugada ilegal entre Carlsen y Ernesto Inarkiev. El ruso cometió la primera incorrección (estaba en jaque y movió un caballo que amenazaba a su vez al rey del noruego). Carlsen puso a salvo su rey y entonces Inarkiev paró el reloj y reclamó el punto. El árbitro le dio la razón en primera instancia, pero fue corregido por el director técnico, quien decidió que la partida debía continuar. No tenía sentido que hubiera perdido por no reclamar la victoria. El ruso se negó a seguir y perdió el punto entero. Lo más sorprendente es que la situación, que no es tan insólita (sobre todo en partidas entre niños) no esté mejor regulada.
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Por otro lado, en Chess.com se hacían eco de la tierna reacción de Vassily Ivanchuk (excampeón del mundo de rápidas) cuando se dejó un peón y la partida contra Bacrot. El ucraniano, que ama al ajedrez sin límites, abandonó la sala de juego llorando.
Justo antes de la última ronda se produjo bastante desconcierto entre los jugadores por un parón que duró bastante más de lo habitual, dentro de una organización que en general fue muy eficaz, según las distintas crónicas.
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