Eduardo Scala es un poeta, artista y amante del ajedrez que ya ha visitado alguna vez este blog. La Gran Fiesta del Ajedrez mexicana le cedió un espacio para exponer sus Fischergrafías, un alegato en ocho imágenes en defensa de Bobby Fischer, un grito silencioso con el que exige, que Obama restituya y desagravie la memoria del gran campeón, muerto a los 64 años y enterrado (e incluso desenterrado) en Islandia, demasiado lejos de su tierra.
Eduardo Scala, arrodillado ante dos de sus «Fischergrafías», en la Universidad Nacional Autónoma de México
Las partidas del cielo, los paseos por el zócalo y la exposición de sus láminas fueron algunas de las múltiples actividades de Eduardo Scala en sus días de festival azteca. El artista afirma que el genio no debe seguir ni un día más enterrado en un país ajeno, por más que en Reikiavik alcanzara la gloria al derrotar al imperio y al bueno de Spassky.
Sería bonito, opina, que el Gobierno para el que se convirtió en un héroe en aquel verano de guerra fría y Watergate rehabilite para siempre la figura del maestro de Chicago, caído incomprensiblemente en desgracia en sus últimos años. Scala termina pidiendo la concesión de la Medalla Presidencial de la Libertad a Robert James Fischer, «héroe del ajedrez y de la democracia, desterrado por Bush padre y Bush hijo».
Para terminar, a continuación se puede ver (de momento no en móviles y tabletas sin flash, por desgracia) el documental «Metáfora», que Eduardo Scala grabó hace veinte años, durante el segundo encuentro entre Spassky y Fischer, y que estrenó el mes pasado en México, durante su conferencia «El ajedrez es la vida», frase fischeriana donde las haya.
Aquellas partidas de 1992 fueron justo las que le costaron al campeón nunca derrotado su enemistad definitiva con el Gobierno estadounidense. Scala asistió al duelo, en un país en guerra, como enviado especial de la revista cultural «El Europeo».
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