Ha muerto en Nueva York, a los 84 años, el gran maestro Robert Byrne, una leyenda del ajedrez estadounidense que vivió a la sombra de Bobby Fischer. Su mayor venganza no fue ganarle una partida al genio, que lo hizo, sino frustrar una de sus grandes combinaciones rindiéndose antes de que nadie pudiera verla. El público asistente, incluidos grandes jugadores, pensaba que Byrne estaba a punto de anotarse la victoria. Cuando el profesor de Filosofía abandonó, todos se quedaron de piedra. Solo su rival conocía las causas.
Dedicarse al ajedrez en Estados Unidos ha supuesto durante décadas una maldición, ya que suponía vivir eclipsado por Robert James Fischer. Incluso cuando Robert Byrne logró ganar el campeonato de su país, después de quedar tantos años por detrás de Bobby, su victoria se quedó en nada. Tuvo la desgracia de coincidir con el título arrebatado a Spassky y a los rusos en Islandia, durante unas semanas el centro del mundo.
Byrne no era un jugador cualquiera, sin embargo. Representó a su país en nueve Olimpiadas y consiguió siete medallas, dos individuales y cinco de equipo (una de ellas de oro). No menos importancia tiene su carrera como columnista en el «New York Times», donde escribió entre aquel año mítico de 1972 y 2006. Según recuerda Bruce Weber precisamente en el NYT, Robert Byrne fue un extraño niño prodigio (al igual que su hermano pequeño Donald) que no se hizo profesional del ajedrez hasta haber cumplidos los cuarenta. Antes, se ganaba la vida como profesor de Filosofía en la Universidad de Indiana y se “entretenía” defendiendo la bandera de las barras y estrellas en las competiciones internacionales.
Tiene miga que su partida más famosa no fuera su meritoria victoria sobre Fischer en un campeonato nacional de 1964/5, que pese a todo ganaría el Robert más famoso de los dos. Más conocida aún es su citada derrota ante el astro un año antes, en el mismo torneo, en el que Bobby logró once puntos en once rondas, un récord que sigue virgen. El brillantísimo duelo entre ambos está incluido en el libro de Fischer «Mis 60 partidas memorables».
En aquel enfrentamiento, Byrne se rindió en una posición en la que los grandes maestros presentes pensaban que quien estaba perdido era Bobby Fischer. Aquel abandono parecía incomprensible, en una época en la que los ordenadores estaban lejos de convertir a cualquier espectador en un listillo, como ocurre ahora. Robert B. descubrió que había caído en una trampa de Robert F. mucho antes que nadie, aunque tarde. Cualquier otro habría seguido la partida, pero su rendición dijo más sobre su profundidad de pensamiento que la mayoría de sus victorias. La partida completa puede verse en este enlace, con profusos comentarios.
Resulta curioso que una de las victorias más impresionantes de Fischer, que algunos han calificado como la partida del siglo, tuviera como víctima a Donald Byrne, el hermano de Robert, en 1956, cuando Bobby tenía solo trece años. En esta vieja entrada comento un poco la histórica partida.
Entre los triunfos de Robert Byrne destaca el Abierto de Estados Unidos de 1960, en St. Louis. Hasta cuatro años después no se convirtió en gran maestro, pero quizá su mayo triunfo fue clasificarse como candidato en el Interzonal de Leningrado de 1973, algo que solo habían conseguido otros tres estadounidenses: Reshevsky, Fischer y Benko. Tuvo que ser Boris Spassky, la víctima más célebre de Bobby, quien cerrara después el paso al bueno de Byrne, en su mejor intento por conseguir el título mundial. La foto de arriba, publicada por “The New York Times”, corresponde al duelo entre ambos.
A España vino al menos una vez, ya que jugó el torneo de Torremolinos en los setenta. Además de su columna en el NYT, escribió regularmente ara la revista «Chess Life». Dejó de participar en competiciones a los 74 años, según la Wikipedia, y no abandonó su columna hasta los 78. Murió en su casa de Oswining (Nueva York), el pasado día 12, víctima del Parkinson. Le faltaba una semana para cumplir 85 años.
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