Federico Marín Bellón el 27 jun, 2012 Martina y Olivia, que agita algo rojo que podría ser una bandera, juegan a su aire justo cuando Xabi Alonso destroza una maldición que ya estaba rota y clava su primera banderilla a una Francia ante la que solo recordábamos fusilamientos. Gol de España, corean sus padres, como Siempre. Las niñas no conocen otra canción. Todavía hay quien desea en secreto o con la boca torcida que el modelo pase de irrenunciable a reliquia, quien presume de aburrirse con las victorias sin sufrimiento y quien enreda sus contradicciones entre falsos nueves y patriotismos verdaderos. En las tertulias las frases no terminan con punto y seguido; se amontonan sin estilo. En los bares se ha pasado del fatalismo a la prepotencia mientras la prima de riesgo se despeña y la clase política nos toma el pelo. ¿Cómo habrán conseguido un circo tan bueno cuando más escasea el pan? Los otros primos, los de Olivia y Martina, todavía ignoran como niños ricos lo incompletos que están sus libros de texto. Sus teles planas y sus espejitos mágicos les han dicho siempre que eran los menos feos. Gasol, Iniesta y Nadal se encargaban del resto. Nuestros enanos (Lucía ya tiene diez años) no conocen la frustración ni imaginan un mal gesto. Ojalá les sirva para crecer más sanos. Cuando los chicos de oro del baloncesto sufrieron su primer tropiezo, antes de levantarse de nuevo, hubo algún diario que se columpió en sus prisas por apearnos en exclusiva del sueño: “X años anestesiados”, rezaba el titular perverso, encima de un texto manchado de mala baba y sazonado de peores pensamientos. Al marqués le tienen precocinado el segundo plato. Si esta noche o el día de la final sonara el despertador, aún cabe grandeza en el último trecho. Y si volvemos ganar, disfrutemos un año más de los reyes magos, que son los hijos. Olivia y Martina aprenderán a cantar gol de España, como Siempre. Ya tendrán tiempo… Otros Deportes Comentarios Federico Marín Bellón el 27 jun, 2012