ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

Ucrania y el Próximo Oriente

Ucrania y el Próximo Oriente
Jorge Cachinero el

Las reverberaciones del conflicto entre Estados Unidos (EE. UU.), a través de su apoderado local interpuesto, y la Federación Rusa en Ucrania se reflejan en la región del Mar Negro y se hacen sentir más allá, en todo el mundo, en general, y en el Medio Oriente, en particular.

Por un lado, las operaciones militares en suelo ucraniano comenzaron, el 24 de febrero de 2022, justo en el momento crítico en el que se estaba decidiendo el futuro de una reavivación posible del acuerdo nuclear con Irán –Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA), en su nombre original, de 2015- por parte de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) -el llamado P5, es decir, China, EE. UU., Francia, Reino Unido y Rusia-, más Alemania y la Unión Europea (UE).

Negociaciones sobre el programa nuclear de Irán, Viena, Austria, 2022

Asimismo, a partir de esa fecha, tanto Israel como Turquía, cada uno por su parte, han intentado desempeñar sendos intentos de mediación en el conflicto bélico en Ucrania.

Posteriormente, el comienzo de la aplicación de las sanciones económicas impuestas por EE. UU. y por la UE contra Rusia están representando retos para Israel o para Irán, quienes mantienen relaciones bilaterales con la Federación Rusa sobre asuntos complejos y críticos para ambos países.

Por último, las perturbaciones que se están produciendo en los mercados internacionales del gas y del petróleo pueden forzar a que algunos actores regionales en el Próximo Oriente evalúen, por lo menos, para hacer frente a posibles contingencias, la identificación de substitutivos racionales y eficientes a éstos que son suministrados por Rusia y a que busquen soluciones al desafío del incremento de los precios de los productos alimenticios y de su creciente escasez.

En el gobierno de Irán, por ejemplo, existe aprensión a que Rusia quiera secuestrar las negociaciones sobre el JCPOA, olvidándose, así, de los intereses iraníes en las mismas, e impedir, con este comportamiento, de forma oportunista, su conclusión satisfactoria, bien para mantener el enfrentamiento entre Occidente e Irán o bien para evitar que, una vez el acuerdo se formalizara, el petróleo iraní pudiera competir con el ruso en los mercados europeos.

Es posible que Rusia haya llegado a la conclusión de que tiene más riesgo para ella la resolución de los litigios entre Irán y Occidente que el hecho de que la República Islámica se convierta en una potencia nuclear.

No obstante, Rusia está, al mismo tiempo, evaluando la opción de que un Irán libre de restricciones económicas occidentales puede ser una vía muy atractiva para que Rusia, de manera adicional a la cooperación que está recibiendo, en este terreno, de grandes potencias comerciales, como son China, India, el Reino de Arabia Saudí (RAS), o Emiratos Árabes Unidos (EAU), alivie las limitaciones a las que le someten las sanciones que se le infligen en la actualidad.

Entre los países árabes de la región, excepción hecha del RAS o de los EAU -cuyos príncipes herederos han querido que se supiera que se habían negado a aceptar llamadas telefónicas de Biden al comienzo del conflicto en Ucrania-, en Jordania o en Egipto, por ejemplo, se está realizando un ejercicio de equilibrismo para tratar de mantener, simultáneamente, las buenas relaciones con Rusia y con Occidente.

Príncipe heredero bin Zayed Al Nahyan (i), Príncipe heredero bin Salman (d)

A Jordania le afectan mucho el choque de precios en los mercados internacionales de la energía y la crisis causada por la carencia de productos alimentarios.

Para Jordania, la situación en Ucrania todavía no ha provocado problemas políticos internos, aunque está en alerta porque la ayuda internacional que recibe para asistir a los refugiados de la guerra civil en Siria pudiera ser desviada hacia Europa para hacer frente a los desplazados ucranianos y porque una inflación repentina y exagerada, provocada por el efecto combinado de una crisis alimentaria -Rusia y Ucrania son los dos mayores productores de trigo del mundo- y otra de precios energéticos, podría reavivar los rescoldos de la protesta social que estuvo detrás de la primavera árabe de la década pasada.

Jordania en ningún momento ha calificado a Rusia como “agresor” en el conflicto de Ucrania, mientras que, al mismo tiempo, vislumbra la oportunidad de diversificar, por un lado, su suministro de productores energéticos para comprarle más a países del Golfo Pérsico y reducir, así, su dependencia de Rusia y de acercarse, por otra parte, a las compañías europeas especializadas en la manufactura de fertilizantes, que son uno de los insumos agrícolas indispensables para que los cultivos de alimentos tengan un mayor rendimiento.

Egipto, por su parte, además de los retos energéticos y alimentarios, similares a los de otros países de la zona, es un gran importador de sistemas de armas, tanto de Rusia como de Occidente, por lo que debe gestionar excepcionalmente, en estos momentos, sus relaciones diplomáticas para proteger, simultáneamente, la importación de trigo, el flujo de turistas y la construcción de reactores nucleares rusos.

Es impensable que Rusia, por mor del conflicto con EE. UU. en Ucrania, vaya a reducir la influencia y la huella ganadas en el Próximo Oriente durante los últimos años y seguirá siendo un protagonista en las negociaciones de un posible acuerdo nuclear con Irán, en la redacción de una nueva constitución para Siria, en el acercamiento entre las facciones rivales en Libia o en el otorgamiento a Israel de la aquiescencia para que éste pueda seguir realizando intervenciones militares quirúrgicas sobre el espacio aéreo sirio para controlar la influencia de Irán y de las organizaciones terroristas que ésta patrocina en la región.

En algún caso, de hecho, el conflicto en Ucrania refuerza, incluso, el papel de los activos militares rusos desplegados en la región.

Ese es el caso, por ejemplo, de la base naval rusa de Tartús, en Siria, sobre la que, el 18 de enero de 2017, Rusia y Siria firmaron un acuerdo por el que se permitía a la primera ampliar y usar sus instalaciones durante 49 años, prorrogables otros 25 años, y por el que la segunda cede la soberanía de la base, de su personal y de su material al gobierno ruso.

Base naval rusa en Tartús, Siria

En definitiva, no son esperables amplias consecuencias regionales, en el corto plazo, en el Próximo Oriente al enfrentamiento entre EE. UU. y Rusia en Ucrania.

Los actores regionales no se verán forzados a reorientar sus actuales políticas de alianzas, aunque muchos de ellos ya están cubriéndose de posibles riesgos al evitar exponer excesivamente sus posiciones y alineamientos diplomáticos.

Prudencia y equilibrio son habilidades que deben proyectar todas ellas para proteger los intereses en conflicto en sus relaciones con EE. UU., con Rusia y con China.

El comportamiento de China, sin duda, deberá ser observado con atención ya que aprovechará las circunstancias presentes para multiplicar y acelerar su presencia, comercial y geoeconómica -especialmente, a través de su iniciativa de la nueva ruta de la seda o del Belt Road Initiative (BRI), en inglés-, en la zona porque, por el momento, no muestra interés por asuntos de seguridad regionales en el Próximo Oriente.

 

EconomíaMundoOtros temasUnión Europea

Tags

Jorge Cachinero el

Entradas más recientes