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Turquía se reinventa a sí misma

Turquía se reinventa a sí misma
Jorge Cachinero el

En un mundo de creciente multipolaridad, Turquía está adaptando, con mucha habilidad, su política exterior para transformarla en una plenamente multidimensional.

Las contradicciones de las relaciones internacionales que se dirigen desde Ankara se asumen con naturalidad aparente.

Turquía es un miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que, hoy, se permite, en paralelo, ser un país amistoso hacia Rusia o bloquear el ingreso de Suecia en la Alianza Atlántica.

Billstrom (i), Cavusoglu (d), 22 de diciembre de 2022.

Los turcos consideran que Biden es un turco fóbico incorregible y que todo lo que está sucediendo en Ucrania responde a una gran conspiración estadounidense, mientras que su presidente, Erdogan, se comunica con él y con otros líderes de países occidentales.

La multipolaridad es una tendencia que se está adueñando de las políticas exteriores de los países del mundo y es la razón fundamental del porqué Turquía hace lo que está haciendo y cómo lo está haciendo.

De esa forma, Turquía se está desprendiendo de todos los enredos en los que ella solita se había metido por razones ideológicas e islamistas, que la acabaron por enfrentar a todo el mundo y que alinearon a todo el mundo en su contra.

El liderazgo político turco está cambiando y se está haciendo más pragmático.

El conflicto en Ucrania es el amanecer de la multipolaridad y Turquía está sabiendo utilizarlo para situarse en el centro de ésta y así está siendo cuando:

  • vende drones a Ucrania,
  • cierra acuerdos sobre la exportación de grano ruso y ucraniano, bajo la supervisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
  • facilita el intercambio de prisioneros de guerra rusos y ucranianos o
  • sienta en la mesa de negociaciones, en marzo y en abril de 2022, en Estambul, a las partes en conflicto.

La multipolaridad no va a hacer desaparecer a las grandes potencias, aunque las redefinirá:

  • Estados Unidos (EE. UU.) mantendrá su rol, aunque su influencia disminuirá,
  • China está superando sus expectativas de rendimiento como potencial global y
  • Rusia, durante el último año, se está demostrando a sí misma y al mundo que es una gran potencia militar mundial y que cuenta con una fortaleza y una capacidad de resistencia económica enormes.

La ocurrencia displicente del senador John McCain (q.e.p.d.), en 2015, de que Rusia es una gasolinera disfrazada de país -“Russia is a gas station masquerading as a country”, en sus palabras originales- o la frase por muchos reiterada, hoy falsa, de que el Producto Interior Bruto (PIB) de Rusia es inferior al de Italia tuvieron muchos seguidores en todo el mundo.

Todos ellos estarán, en estos momentos, ocupándose de que no queden registros en sus escritos o en sus redes sociales de las mofas hechas sobre Rusia al utilizar estos dos chascarrillos.

Ankara y Washington no coinciden, en estos momentos, en ningún asunto importante para Turquía, y así seguirá siendo, después de la celebración de las elecciones presidenciales turcas, en mayo de 2023, sea quien sea su ganador, lo que hace que la lista sea larga:

Biden (i), Erdogan (d).
  • Kurdistán,
  • Chipre,
  • Grecia,
  • la Convención sobre el Régimen de los Estrechos de 1936 –Covention regarding the Regime of the Straits, en su nombre en inglés-, es decir, Bósforo y Dardanelos, conocida como Convención de Montreux, por la ciudad suiza a orillas del Lago Leman, dónde se firmó,
  • la navegación rusa a través del Mar Muerto o
  • el genocidio de los armenios en 1915.

Ankara y Moscú, por otra parte, están asiendo las oportunidades que el momento presente les brinda para reforzar sus relaciones bilaterales sobre las bases de:

Putin (i), Erdogan (d).
  • la cooperación económica y comercial,
  • la cooperación militar y
  • la disposición para mantener el diálogo político abierto entre ambas capitales sobre sus diferencias.

En Siria, por ejemplo, dónde Turquía adaptó una política condenada al fracaso, como el tiempo ha demostrado, es la propia Rusia la que está mediando para que Erdogan y al-Assad puedan encontrar un entendimiento, a pesar del comportamiento turco hacia éste desde 2011.

Este acercamiento entre Rusia y Turquía no es mera coincidencia.

Este estrechamiento de las conexiones entre ambas naciones está teniendo lugar en un entorno de surgimiento de ese mundo multipolar, que puede ser el determinante de la política exterior universal en el futuro.

 

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