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El bumerán de la confiscación de activos rusos

El bumerán de la confiscación de activos rusos
Jorge Cachinero el

NB 1: Los párrafos sobre mercados, inversiones, monedas y sistemas de pago han sido enriquecidos por la colaboración valiosa de Carlos Vidal Soria, economista, asesor y CIO, con foco en mercados emergentes, inversiones alternativas y estrategia macroeconómica global.

NB 2: Este artículo es una versión distinta de la que fue publicada anteriormente en El Economista.

El Economista, 12 de agosto de 2024, p. 25.

Estados Unidos (EE. UU.), la Unión Europea (UE) y los dos países no europeos del Grupo de los 7 (G7) -Canadá y Japón- congelaron activos soberanos rusos que se encontraban en sus bancos, por un valor de $280 millardos, poco después de que Rusia comenzara su Operación Militar Especial (OME) en Ucrania en febrero de 2022.

Los líderes del G7 anunciaron el 13 de junio de 2024, durante su cumbre anual, celebrada en Italia, que utilizarán dichos activos para crear un bono de entre $50 y $100 millardos, cuyos intereses de $3 a $4 millardos anuales servirán de garantía para un préstamo mediante el cual se continúe financiando el enfrentamiento contra Rusia.

Dirigentes del G7 y Zelensky, Cumbre del G7, 13 y 14 de junio de 2024, Apulia, Italia.

La UE informó el 26 de julio de 2024 que procedía a enviar a Kiev el primer tramo de los activos rusos congelados en sus países miembros por un valor de €1,5 millardos.

Sin embargo, Suiza se ha negado a hacer lo mismo con los CHF7 millardos de activos de la Federación de Rusia que fueron congelados en el país.

Occidente está perdiendo la guerra y necesita fondos nuevos urgentemente porque quiere prolongarla o escalarla.

Asimismo, los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) saben que no habrá más financiación de EE. UU. para el proyecto Ucrania, después del paquete último de ayuda militar por valor de $60 millardos que su Congreso aprobó en abril de 2024.

La paciencia de los estadounidenses sobre el uso de sus impuestos para pagar ese conflicto bélico se ha agotado y la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024 es un escenario realista.

Ese bono del G7 actuaría como reserva para sostener la guerra en Ucrania otros dos años, ahora que el dinero de los gobiernos occidentales para este propósito se agota.

Occidente pasó de la congelación a la confiscación con esta decisión, es decir, del bloqueo de esos activos, que no podían ser transferidos o liquidados, ya que seguían siendo propiedad de sus dueños legítimos, a que éstos perdieran su posesión legal.

Esta expropiación de activos se acelerará antes de la entrega del poder a Trump el 20 de enero de 2025, si Kamala Harris pierde las elecciones de noviembre.

La decisión del G7 tendrá un efecto bumerán como tuvo la imposición de un precio máximo al barril de petróleo en los mercados internacionales para perjudicar las exportaciones rusas.

La confiscación de activos rusos en Occidente está creando una crisis de confianza en los mercados mundiales, que se está evidenciando por la creciente desdolarización de las canastas de divisas que componen las reservas internacionales de muchos bancos centrales.

Asimismo, esta desconfianza perturba la dinámica competitiva de fijación de precios -en el comercio o en las operaciones financieras globales- y siembra de dudas la seguridad jurídica de la propiedad privada o de los derechos de propiedad intelectual.

Los centros financieros mundiales están cubriendo posiciones para blindar sus carteras ante un escenario de creciente riesgo.

La desdolarización de los procesos de liquidación y pagos se acelera y los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han diseñado una red nueva de comunicación financiera global que desafía el reinado del sistema SWIFT.

El oro está consolidando su papel como activo de reserva como atestiguan la subida de su precio en los mercados y la decisión de incrementar su ponderación en las reservas internacionales de muchas instituciones emisoras en China y en el Oriente Próximo.

El oro es el escudo frente a riesgos que trascienden la creciente volatilidad de los mercados.

Los portafolios de inversión globales están reduciendo su exposición a la deuda estadounidense de manera consistente en los últimos años.

China redujo su posesión de ésta de $1.1 billones a $800 millardos desde 2021 y, durante 2023, Arabia Saudí la disminuyó en un 17% y México, en un 27%, a pesar de que las cadenas de valor mexicanas están integradas en un 80% dentro de las estadounidenses.

El precedente alarmante de confiscar activos extranjeros por motivos políticos que está creando EE. UU. se proyectará hacia el futuro y los países que lo acompañen en tal latrocinio lo sufrirán en deterioros financiero y reputacional para sus naciones y sus economías.

El miedo se extiende en los mercados internacionales, lo que fortalece las alternativas al dólar estadounidense como, por ejemplo, las monedas del bloque BRICS.

El presidente Putin firmó, por su parte, el 23 de mayo de 2024 un decreto que permite la confiscación de activos dentro de Rusia pertenecientes a ciudadanos y empresas de EE. UU., de forma que se compensará a los afectados por las sanciones occidentales contra Moscú.

Asimismo, Putin anunció que tomaría represalias contra los intereses de Occidente en el país.

Banco de Rusia.

Moscú está persuadido de que ésta no será la última ocasión en la que EE. UU. y la UE confisquen activos rusos en Occidente.

Rusia va a dejar de invertir en las economías de estos países porque considera que no son jurisdicciones que ofrezcan seguridad y certidumbre jurídicas.

EE. UU. y la UE han diseñado una idea magnífica para estimular la repatriación de activos rusos a Rusia, donde nadie podría haber imaginado una solución mejor para alcanzar este objetivo.

 

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