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Blogs De puertas adentro por Juanjo Bueno del Amo

¡Abrid las ventanas!

En una celebración de seis personas la calidad del aire interior es poco saludable en una hora y nocivo en tres, según el Consejo General de la Arquitectura Técnica

¡Abrid las ventanas!
Juanjo Bueno del Amo el

Ha tenido que llegar una pandemia para dar importancia a la calidad del aire interior en nuestras viviendas. Según la EPA (Environmental Protection Agency), el 72% de la exposición a compuestos orgánicos volátiles -COV-, procedentes del origen sintético del mobiliario, pinturas, textiles, etc., se produce en espacios interiores, donde pasamos el 90% de nuestro tiempo. Además, de puertas adentro el aire está de media entre 2 y 5 veces más contaminado que en espacios exteriores.

No solo se trata de contener la COVID-19. Los contaminantes en el aire interior de un edificio son muy diversos: CO2, NO2, Óxidos de Nitrógeno, Ozono, Óxidos de azufre, formaldehídos, asbestos, radón, etc. Todos ellos potencialmente dañinos para la salud, y que puede dar lugar, cuando el aire interior es de poca calidad o el espacio está poco ventilado a infecciones respiratorias, alergias, EPOC y cáncer de pulmón.

Para medir la calidad del aire en un edificio el parámetro de referencia, dicen los expertos, es el nivel de concentración de CO2. Se considera que las concentraciones por debajo de 1000 ppm (partes por millón) se pueden considerar como saludables o al menos no dañinas para la salud. Por encima de este valor la calidad del aire es poco saludable, e incluso nociva a partir de 2500 ppm y grave a partir de 5000 ppm.

Desde la entrada en vigor del Código Técnico de la Edificación (CTE) en 2007, en los edificios residenciales se exige que las viviendas tengan un sistema de ventilación que garantice que la concentración media anual de CO2 sea menor que 900 ppm. Pero, qué ocurre con los más de 25 millones de viviendas construidas con anterioridad a esa fecha que no cumplen con estos requisitos.

El Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE) ha iniciado una campaña de mediación de la calidad del aire interior en viviendas de toda la geografía española para aportar un diagnóstico, lo más certero posible, a este parámetro de confort y bienestar.

Según los datos obtenidos en las primeras mediciones llevadas a cabo en pisos de Madrid, en donde se han instalado aparatos muy precisos (en el salón y el dormitorio principal) durante un determinado periodo de tiempo, existen estancias sometidas a concentraciones nada recomendables para la salud de sus habitantes.

El CGATE ha realizado una simulación real, en la que teniendo en cuenta una serie de variables, como la tipología de la vivienda, sus metros cuadrados, el número de ocupantes, la calidad de sus ventanas o el sistema de calefacción empleado, analiza la calidad del aire para una situación concreta como es una celebración familiar o de amigos.

En las celebraciones familiares es importante abrir completamente la ventana durante cinco o 10 minutos cada hora

Así, en un salón en el que se encuentran seis personas, si las ventanas están completamente cerradas, se superan las 1000 ppm de concentración de CO2 en menos de una hora, llegando a límites nocivos para la salud a partir de las tres horas, superando valores de 3000-5000 ppm dependiendo del tipo de ventana (3000 ppm para ventanas antiguas, de aluminio con doble acristalamiento, y 5000 ppm para aquellas con las altas prestaciones).

Como solución a este problema, el CGATE plantea dejar de forma permanente una pequeña apertura de la ventana, de manera que no se superan los 1000 ppm, o abrirla completamente durante cinco o 10 minutos cada hora, consiguiendo niveles por debajo de 700 ppm, y por lo tanto de una calidad de aire excelente. Algo a tener muy en cuenta ante las inminentes celebraciones familiares o de amigos.

En estas primeras simulaciones en viviendas madrileñas, construidas con anterioridad a 1979, año de la entrada en vigor de la primera norma básica de la edificación, que mide las condiciones térmicas de los edificios, también se ha evaluado la calidad del aire en el dormitorio principal en distintas franjas horarias.

Según el responsable del Gabinete Técnico del CGATE, Juan López-Asiain, “durante la noche, mientras el usuario descansa, la concentración de CO2 aumenta de una manera progresiva hasta alcanzar valores superiores a las 4000 ppm, rango complemente fuera de los valores que se podrían considerar saludables, inferiores a 1000 ppm. Es decir, este usuario se ve sometido durante sus periodos de descanso a un estrés debido a la mala calidad del aire que pueda afectar a largo plazo a su sistema respiratorio o agravar posibles patologías previas como el asma o alergias respiratorias”. También en esta simulación se aprecia como esta concentración de CO2 se ve drásticamente disminuida en cuanto el usuario abandona el dormitorio por la mañana y probablemente lo ventila.

Esta primera aproximación de este estudio destaca la importancia de ventilar ahora y siempre las estancias. No solo para frenar la COVID-19 sino también el resto de contaminantes que no vemos y que seguirán ahí tras la vacuna.

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