ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Columnas sin fuste por hughes

El lector ungulado

El lector ungulado
hughes el

Sin yo quererlo mucho, pero de forma inevitable, en mis navegaciones por Internet veo cada vez más un tipo de selfie: el del párrafo subrayado.
El lector que enseña generosamente un pasaje del libro que está leyendo. Al hacerlo, es inevitable que se vea algo de su dedo pulgar. Agarra el libro por la página concreta y eso sale en la foto. Al principio me fijaba solo en el texto, en las palabras, pero se me ha ido yendo la mirada a ese trozo de ser. Soy como el tonto que mira el dedo en lugar de la luna: miro el pulgar que sujeta el párrafo esclarecedor.
Se ven uñas, cutículas, incluso esa ligera línea de roña ungular que no es infrecuente en la persona intelectual.
Es verdad que el covid es como un largo otoño, pero ya no se ven fotopies, fotomuslos y me encuentro, tristemente, en un lado concreto del mundo. El orbe se divide en dos mitades: donde los selfis se hacen en el baño o donde lo selfies se hacen en la biblioteca. Por circunstancias que deploro yo estoy en ese segundo mundo en que el ego chapotea entre libros.
Hay un proceso de sensualidad. Primero la foto a los libros adquiridos, como quien enseña un conjuntito nuevo; la foto a la biblioteca (con su inevitable analidad), la foto “en” biblioteca si se ha alcanzado un cierto estatus y, en un paso más de intimidad, las fotos de la lectura: el ser enfrascado que nos abre el libro y acerca el objetivo hacia la frase en cuestión. Esas fotos son como el primer plano del porno: la genitalidad pura y dura, el émbolo. Percibimos ahí materia. La calidad del papel, el trazo del subrayado, si lo hay, el tipo de luz y ese dedo marcapáginas que ha de sostener el libro y que suele ser el pulgar. Se ven redondos, cuadrados, pulcros, menestrales… y ver ese dedo, la normalidad de ese dedo, de ese primerísimo plano del dedo me parece cuestionable. La presión de la sangre, el reverso dactilar, ¿no es muy íntimo?
Ver esos dedos de lector me parece algo evitable, incluso concediendo que el de la foto ha hecho todo lo posible por minimizarlo, que ha adoptado una posición seguramente incómoda y hasta indecorosa para no exhibir más de la cuenta. Venden, por cierto, unos anillos protésicos para ese dedo-atril (ver foto).

Cada vez me fijo más en esos dedos. Una desviación fisgona y puritana se queda en eso y olvida la generosa aportación del párrafo. Pero… ¿no conocemos ya más frases de las que se pueden memorizar? ¿No es más de lo mismo siempre? ¿No es el dedo lo novedoso, incluso lo rompedor? En ese dedo la vida grita: huye del libro, huye del libro, huye del libro… apenas carne, apenas riego, uña, solo uña, ¡y qué elocuencia esa uña! Huye.
Me fijo por desviación, y también porque son cada vez más frecuentes. ¿Cómo se ha llegado a esto? ¿Cómo he llegado yo?

actualidadOtros temas
hughes el

Entradas más recientes