Cuando la tienen, la tienen, y hay que dársela. Los disturbios callejeros en Barcelona dan la razón a los nacionalistas catalanes: el dominio del uso social del español es absoluto.
Veo los vídeos que se suben a la red, pongo el oído y lo que escucho son palabras “castellanas”, que dirían ellos en su fantasía medieval: arde, quema, guerra, cabrón, fascista, jódete, dale, etc.
La violencia en Barcelona parece que se está haciendo en español, y quizás sea la única razón que lleve a intervenir a las autoridades. Una intervención lingüística “normalizando” la protesta.
¿Por qué todo en catalán y esto no?
Cómo será el predominio castellano que viendo las imágenes de los protagonistas de las agresiones me vino a la cabeza una palabra mexicana: escuincle, que viene a ser niño. Pensé en ‘escuincle’ y pensé en ‘alfeñique’. La España de afluente moro y la España de ultramar… ¡Y todo eso viendo los golpes a la BRIMO!
¿Pero cómo es posible?
Eran personas, en apariencia de muy poca edad, y muy delgadas, como juncos en sudadera, gritando palabras en español y actuando nominalmente contra España… Hum. Extraño. ‘Sad’, desde luego, pero además extraño…
En tierra de normalización e inmersión, este importante uso social de la lengua que es la protesta barcelonesa violenta no debería quedar fuera de la preocupación lingüística. Esos jóvenes (lo intuyo por su aspecto) no deberían ser discriminados así. Tienen el derecho a protestar (cosa tan noble) en catalán. Pero cómo puede ser que el grito juvenil anarco-inquierdista, que es una voz socialmente tan importante, se esté dejando al español y solo al español.
Deberían “monitorizar” también ese ámbito de realidad. Intervenirlo, normalizarlo, catalanizarlo. No es de recibo que en Cataluña se esté protestando en español. Es otro ataque a la lengua catalana, minorizada en un terreno importantísimo.
De no ser así, de no intervenir, podría pensarse que estamos ante otro territorio exento. Una zona Messi. Es llamativo que Messi no haya hablado catalán nunca. Las estrellas del Barça no necesitan hacerlo. ¿Rivaldo? ¿Ronaldo? Ahí se permite que haya islas de “castellanismo” no conflictivas. Pues a la zona Messi, elevada y aérea, se uniría ahora la protesta violenta, a ras de suelo (incluso por debajo del suelo, donde está la playa revolucionaria). La estrella y el botellazo, en español; el gol y el adoquín, en español; la joya del Barça y los escuincles de la borroka concreta, en español.
O sea, todo “normalizado” al catalán, y en el catalán, todo públicamente intervenido para el catalán y solo el catalán, pero los goles del Barça y las bengalas a la Brimo ¿en español?
El alfa y el omega de la realidad social catalana se escapan a la policía lingüística, así que ¡más madera!
Son dos sublimidades de lo catalán, bien mirado: el gol de la supremacía deportiva y la internacionalización, y la violencia juvenil ‘por la libertad de expresión y el fin de la represión policial’. Dos tipos de actos extáticos y transformadores, instrumentales, ¿y en español?
Qué extraños y absolutamente dispares agentes son Messi y los escuincles, insospechadísimos de tan distintos, pero con esos dos rasgos en común: hacen un trabajo físico real, práctico, tangible, lanzan de forma escurridiza (e inatacable: la Brimo sería Ujfalusi, aquel defensa que osó lesionar a Messi) cosas (ladrillo o pelota), son estrictamente hablando mano de obra especializada liberadora (mediante el ladrillo antibrimo o mediante el gol-mes que un club) y además lo hacen en español.
Messi y los juncos en sudadera (¡perfiles sutilísimos!), zonas exentas de la normalización.