Fernández Vara, presidente de Extremadura, anunció ayer por tuit que ha sido abuelo. Al compartir tan feliz noticia, contó también que no ha podido conocer a su nieta, Teresa, “porque así son las normas que nos hemos dado”.
(Silencio valorativo)… ¿Nos?
Estamos ante un lapsus considerable, lapsus chisporroteante y revelador. Vara eleva a rango constitucional las normas sanitarias de estos días, normas que en todo caso nos han dado ellos. El lapsus, quizás, revela crudamente su sentido de lo constitucional.
Las normas que prohíben despedirse de los muertos o recibir a los vivos son normas que como mucho emanan de un decreto. Es que ni siquiera son leyes ordinarias. Los decretazos nocturnales del gobierno no tienen los mismos trámites de discusión o publicidad, están cogiditas con pinzas en el BOE titubeante de estos días, pero aquí cualquier disposición es “la que entre todos nos dimos”. La Constitución es “la que entre todos nos dimos”, y estas normas contra todo instinto humano son también “las que entre todos nos dimos”.
Se han puesto más de medio millón de multas entre España, pero no se diga así, dígase que entre todos nos las pusimos.
Hay leyes orgánicas, leyes ordinarias, decretos leyes… y están también “las que entre nos dimos”, que suena un poco a españolada hecha rango legal, a título de revista de Lina Morgan: las que fuman, las Ibéricas, las que entre todos nos dimos…
Vara puede haber revelado el truco, consistente en constitucionalizar toda disposición cuestionable, bañándola en la marmita benéfica de la Transición-Obélix, como con los Nuevos Pactos de la Moncloa. Rodearla semánticamente así de “consensualidad”.
“Lo que entre todos nos dimos” “mutualiza” el ordenancismo y las disposiciones.
