(Aviso a mis dos o tres lectores (o ya amigos): esto es un texto de fútbol, y no habrá más por un tiempo, salvo estropicio gordo o iluminación. Hablo de iluminación porque por esa vía, la del rapto y la intervención, se me fue revelado el secreto del III Florentinismo. Escribí algo sobre La Copa de Europa ayer y haré las crónicas de los partidos que queden. Nada más. Al sopor habitual de mis perpetraciones no añadiré la temática del fútbol).
Dicho esto, quiero precisar antes la dificultad que encuentro al escribir o juntar letras sobre fútbol. El fútbol es mirado por displicencia por mucha gente, algo menor, algo de lo que no se tiene opinión porque no merece la pena tenerla, pero de lo que se podría tener de querer. Además de esa gente, que se acerca con una mirada condescendiente, existe otra, la gran mayoría, que hablan de fútbol con autoridad. Todo el mundo sabe de fútbol y todo el mundo sabe más que tú, aunque lleves una década escribiendo profesionalmente de ello. Siempre aparece alguien que te explica en un plumazo el asunto. Te lo explica tu suegra o te lo explica tu sobrino. Todo el mundo sabe que, en realidad, el partido estuvo en la insuficiente basculación del lateral izquierdo.
Entonces está uno entre ese ‘Todos’ que sabe de fútbol y luego los que realmente saben de fútbol: los hombres-de-fútbol. ¿Qué hace el pobre plumilla, miope de tanto haber observado al lateral derecho, entre medias?
Ese universo futbolero que-todo-lo-sabe está dividido en dos: los madridistas y los antimadridistas. O más precisamente: quienes no albergan antipatía hacia el Madrid y los antimadridistas.
Con los antimadridistas no se puede razonar. Lo suyo no es deporte, es psiquiatría.
Y dentro del madridismo o del filomadridismo existe otra división que polariza: Florentino.
Hay apasionados de Florentino que han asumido ya el mecanismo de la secta, y también personas contrarias que niegan lo innegable: Florentino ha hecho mucho bien al Madrid y es, de largo, el segundo mejor presidente de su historia.
No es que haya aquí que alcanzar un justo medio, pero es que será con la justa apreciación y comprensión de Florentino como podremos ir acercándonos a La Verdad (propósito que delata ya una edad).
No teman, no voy a dedicarme a Florentino, a su figura, solo al asunto candente actual, a la Superliga.
Es posible llegar a un cierto acuerdo sobre lo ocurrido. La propuesta de la Superliga no gusta, no convence a casi nadie. Podría hacerlo, pero tal y como se esbozó es algo objetivamente peor. El mismo Florentino debe entenderlo así porque lo planteó como un mal menor, como si no quedase otra forma de exprimir el limón del fútbol.
La forma de la competición es un error, pero el fondo del asunto quizás no lo sea. Parece que no lo es. Hizo Florentino, como Agnelli semanas antes, un diagnóstico de algunos problemas, planteó soluciones y de alguna forma criticó y ayudó a revelar fallas reales de la UEFA. Los movimientos posteriores permiten intuir que, a los problemas de esta organización, se suma la poco edificante penetración de los jeques.
Es decir: esa Superliga no convence, aunque la crítica de fondo quizás sí.
Y en lo de la forma de la competición ha de añadirse algo más: los aficionados más afectados por el final de la Copa de Europa tal cual la conocemos serían los del Madrid, como traté de expresar de forma desparramada y sin duda torpe en el día de ayer.
Si hay un club y una afición que pierde con el cambio de competición es el Madrid. El madrid se ha definido con esa Copa: con esa copa exacta. Con su forma externa, con esa forma de organización, de ser, de plantear la competición…
El Madrid se ha encontrado en ella. Sin ella no habría remontadas, ni trauma milanista, ni voleas mágicas, ni todo el fervor moderno del club desde los 50.
El Madrid lo ha hecho porque la ha adorado, como si en ello hubiera un resabio católico que pone a la Copa-Virgen en lo alto.
Por tanto: la Superliga no; la Supercrítica a la UEFA sí. Y digamos algo más: las formas de manifestarlo, de exponerlo, han sido malas. Tan malas, tan pobres, tan escasamente comunicativas que hasta parece que hay algo deliberado en ello, como si el objetivo único fuera provocar los manejos de la UEFA, que tan bien la retratan.
Podríamos pensarlo, si no fuera porque el que está pagando con su imagen es el propio Florentino, y por añadidura, el Real Madrid. Y aquí quería llegar yo (600 palabras después): la performance y el interruptus de Florentino ha sido un error de comunicación, sencillamente, pero es el mismo error que ha cometido desde el principio. Como hombre de fuera del fútbol, despreciar íntimamente la ‘narrativa’ del fútbol, que es también un poco política.
El problema es que ahora la audiencia no es España, con su prensa locoide y sus cuatro paredes (acolchadas). Ahora escuchaba el mundo entero, y al mundo del fútbol se le ha hecho estar, por cierto, despierto a horas muy españolas: presentar la Liga en el genial Chiringuito, pasadas las doce, es una españolada; emitir un comunicado a la una de la mañana es otra. Son cosas de España, de cuando Supergarcía, que es lo único que ha faltado para el estrambote: Supergarcía intentando arreglar la Superliga.
Horarios españoles, pero audiencia europea. El resultado de su quedarse solo (con la Juventus, el otro acostumbrado al ‘solo contra todos’) es haber permitido un estado de opinión en el que el Madrid, por boca de su presidente, abandera algo contrario a lo que ha sido la razón de ser de su refundación, la Copa de Europa. Como si el Madrid fuera el adalid de un fútbol deshumanizado, prepotente, financiero, ajeno, globalista, ejecutivo, televisivo, distinto, mutante, elitista, privilegiado… Esto es lo irritante y el error profundísimo de Florentino. Un error que ha de doler al madridista, por mucho que haya sido bienintencionado.
Es evidente que los comportamientos, soflamas, cánticos e interpretaciones de las últimas horas, el ‘football for fans’, son una mezcla de demagogia y cursilería sofocantes, pero eso se tenía que haber tenido en cuenta. ¿NO conocen en el Madrid el tono de la prensa deportiva inglesa, sus propensiones?
Parece que el Madrid, dando la cara por la sostenibilidad financiera de “la Pirámide” (ay, ese lenguaje faraónico…) ha dado a otros la bandera del fútbol popular.
Eso ya sucede en España: los ‘teorizantes’ del fútbol, los de las gafitas, los panenquitas, con su forro de ideíllas ambientales, los que se las comen dobladas las DUIS pero no mezclespolíticayfútbol, los del ‘odio al fútbol moderno’, los pervertidos del fútbol regional, los del tiquitaca… y ahora además los jeques, los oligarcas rusos, los nietos rosas de los hooligans ¡a todos esos les ha permitido coger la bandera del fútbol!
Esto lo puede hacer el presidente de cualquier otro club, pero no el del Madrid. El Madrid es el fútbol, está dentro del fútbol, es su más leal servidor. Los ingleses lo han inventado (por el momento no lo discutiremos), pero ha sido el Madrid el mejor club del siglo XX y de lo que llevamos de XXI: el que más ha ganado y el que más ha perdido, el que más, el que más todo, y lo ha hecho con un amor obsesivo y devoto por la competición que ahora quería renovar/eliminar.
Pero… ¿cómo es posible que siendo así se haya dejado leer la cartilla por los de la UEFA, por los Tebas del mundo y por todos los tontos internacionales del 4-3-3?
Como si el Madrid fuera el club de un emirato… El Madrid luca contra clubes-Estado, pero es que el Madrid es un club-nación. Un país sin Estado, dijo una vez el NYT. No es un club para ‘hacer país’, como el Barcelona. ¡El Madrid podría emitir moneda!
¡Es más: si algo tiene legitimidad para separarse de España en España es el Madrid! (Cosa que nunca haría, pues es leal, además de noble y bélico).
No solamente es un club con el mayor bagaje deportivo, es un club popular, de sus socios, que hasta hace nada tenían piscina como si fuera una urbanización. Un club independiente (esto hiere hasta la supuración a los ‘anti’), y es una proeza en la que ha participado Florentino.
El Madrid es, por todo lo anterior, supremo, y es popular (infinitamente más popular que el Chelsea o el City, o el United o la Juventus), el Madrid no es el juguete de un ruso o de un fondo o de una familia, y además de ser supremo deportivamente y de ser popular, más popular que ninguno, es el club con legitimidad para hablarle a la UEFA: el Madrid impulsó, con la visionaria genialidad de Bernabéu, la Copa de Europa, la vio antes que la viera la UEFA, cuando no la vieron otros, y la tiene en propiedad y ha contribuido a ella más que nadie. No más que nadie: infinitamente más que nadie.
Repito: el Madrid es supremo, es popular, y tiene legitimidad. Lo traduzco: es Altísimo, es democrático y es legítimo.
Es el Mas Alto.
Es el más democrático, despolitizado y amado por los humildes.
Es el que vio las cosas antes que la UEFA, y por tanto, ¡podría volverlo a hacer! Si ya lo hizo una vez, podría volver a hacerlo: UEFA, calla, que no viste lo que yo vi.
No discutiremos que los ingleses han inventado el fútbol, y no discutiremos (por el momento) que la UEFA es el órgano rector del fútbol europeo, pero si alguien puede hablar desde el fútbol, por el fútbol, para el fútbol, sobre el fútbol y trascendiendo el fútbol, mirando más allá, es el Madrid.
Pero no como empresa, como club de fútbol. Como dueño además del templo en el que se ha elevado a religión el resultado exitoso de una elaboración físico-técnica conducente a algo llamado gol.
El Madrid debe hablar al fútbol desde el fútbol, como fútbol: le football c’est moi, y es lo que le ha faltado siempre a Florentino, que lo del monarca absoluto lo tiene, pero se deja el balón y en sus distintas revoluciones del ‘modelo’ ha sido o ha parecido poco respetuoso con el fútbol. Desde su no fichar defensas, o no fichar clase media, desde el ‘Zidanes y Pavones’, los Galácticos o la Flor de Zizou, el Madrid de Florentino siempre ha sido tratado como poco futbolístico, como, en cierto modo, destructor del fútbol tal cual era. Cuando dicen “odio al fútbol moderno” muchas veces meten ahí al Madrid. Yo incluso sospecho de ello, como una variante más del antimadridismo (no negaré cierto ramalazo paranoide).
El Madrid hace la historia, y al hacer la historia, y mover el fútbol, le miran con rencor, como se mira al Tiempo… ¡los progresistas miran mal al Progreso del fútbol, que toma siempre la forma del ganador-Real Madrid!
El Madrid ha abierto los caminos, pero eso no es ser un equipo de jeques. Es distinto. Es la diferencia entre la Galaxia de Florentino y la del PSG. Y Florentino no lo ha sabido expresar, o quizás se ha creído o se ha querido jeque, sin serlo.
Durante estos años, el balón y la virtud del fútbol siempre eran de otros: del Barça y su toque virtuoso y santurrón, o del Bayern y su mesocracia de exfutbolistas, o el Atleti y su fe cholista… todos se han creído el fútbol real, el fútbol esencial frente a la sospechosa innovación degradante del Madrid.
Ahora “el Madrid” abandera un cambio, Florentino lo hace y en lugar de hacerlo asegurándose de que la ‘narrativa’ está de su parte, o de que la controla un poco, se deja apresar en el ‘pobres contra ricos’, en el ‘hinchas vs élites’.
Esto es lo grave, el error mayúsculo. Ya no es que la Superliga fuera un desastre que degradara lo que el madridista más ama, es que por una serie de errores, de imprevisiones, de traiciones y de lo que sea, deja al club como un equipo de jeques, al Madrid, ¡al equipo más antijeques que hay!
Como un equipo de jeque y como un equipo traidor a la tradición y sentido del fútbol. Así se vende. Esto tenemos que escuchar. Siendo el Madrid precisamente lo contrario.
El Madrid hace la historia, la UEFA la explota. ¡Y eso tendría que haberlo dicho Florentino!
Los jeques son otros. Florentino es un globalizador. Eso sí. Como empresario que es, es un globalizador conspicuo: las figuras internacionales, las giras, Beckham, Asia… Ahora la Superliga. Bien. Esa modernización, internacionalización y expansión del fútbol ayudaron al club y a otros muchos después, pero se ha transformado en futbolistas, en trofeos, en disfrute, en Copas de Europa… Es que ha sido fútbol puro precisamente porque se ha transformado en Copas de Europa. No se ha quedado en Globertrotters, sino en triunfos sobre los mecanicismos de todos sus rivales.
Le han querido dar lecciones de fútbol dentro, y también fuera, como si el Madrid no fuera lo más romántico de ese deporte.
Esos movimientos suyos han sido interpretados, por las personas con poco cariño por el club dentro y fuera de España, como iniciativas destructoras de la esencia del deporte. Caprichos de rico, fruslerías de jerarca frente al fútbol-ideología o al fútbol-sistema. Y se ha echado de menos que Florentino tuviera eso en cuenta. No debería costar mucho: el Madrid tiene más tradición y más historia que nadie. Hay más fútbol en un metro cuadrado de la Sala de Trofeos que en todas las instalaciones del Chelsea. Hay más fútbol en un parpadeo de Gento que en todo lo que haga el City en lo que quede de siglo.
Y esto es lo que siempre he echado de menos de Florentino: más fútbol, recordar al mundo que el Madrid no ha inventado el fútbol, pero casi: ha inventado el fútbol moderno de clubes. El éxtasis los miércoles. Es en un despacho del Bernabéu donde germina la idea, no en los despachos con cocodrilos en los cajones de la UEFA.
Por lo tanto, si a Florentino le da igual que le digan “Fuck Perez” unos pijos de Chelsea que consumen un fútbol de oligarcas, bien, es su problema, pero representa al Madrid y al Madrid no le debería dar nadie lecciones de fútbol, ni de amor a la competición, ni de popularidad, ni de democratismo. Y mucho menos, lo que menos, de TRADICIÓN. No debería poner al club en situación de recibir esas lecciones. Es un error y un daño para la imagen del Madrid, y es un dolor verlo, es un dolor verlo para quienes miramos con cariño a esa institución señera de España.
Ya, ya sé, es solo una ráfaga de mala prensa y la realidad no es esa, y además se ha hecho todo con buena intención, pero como persona que observa al Madrid de cerca, pero a cierta constante distancia, considero que el presidente hace bien ‘salvando’ al fútbol, pero no a costa de la imagen del Madrid. El Madrid es más importante que la sostenibilidad del fútbol. Entre otras muchas razones, porque es del pueblo.
actualidadfútbol