Me pasa un amigo esta foto, parece que reciente de Macron y creo necesario reseñarla aquí por lo que de importante tiene Macron en tanto faro estético. Lo que lleva Macron es lo que se ponen luego nuestros racionalistas y centrogauchistas. Macron es, en cierto modo, como un influencer, la María Pombo de los liberales del centro neuronal, y lo que se pone él es lo que luego veremos en las fotos de promoción de los libros, cuando nuestros amigos (son simpáticos) posan con aire torturado de parisino transterrado.
La foto es curiosa. Macron está muy tieso, con algo de marcialidad, y su atuendo, que parece modesto y austero, dice mucho incluso a un ignorante en vestimentas.
Macron, para empezar, parece una flor de lis. Su cuerpo fino y recto se abre como un tallo a la forma de la flor, y es sin duda casual que la flor de lis sea símbolo masónico (aunque aquí, realmente, ¿hay algo que no sea símbolo masónico? Creo que salvo la cruz cogen todas las formas posibles).
Pero más allá de esa coincidencia, sin duda casual (ya sería la leche), el atuendo de Macron tiene un conjunto de referencias que se concentran todas en el cuello. El cuello elevado del abrigo, por ejemplo, nos recuerda a Albert Camus, y el cuello vuelto que lleva debajo (me documenté) tiene resonancias existencialistas, incluso rizando el rizo, diría que el cuello así es de déspota ilustrado. Sin duda es un atuendo de intelectual civilizado y luce monocromo, azuleándose europeo el negro riguroso del pensador. Son pintas de hombre de ideas, de francés, con una bufanda anudada como gorguera, símbolo de estatus, de nobleza, de elitismo, de cierto encopetamiento.
Macron, que es un centrista absorbente que todo lo quiere, con cuatro trapitos se queda con la resistencia antivichy, con el pensamiento previo al 68 y con la rigidez gaullista de lo contrario, con el azul institucional de horizonte europeo y con el elitismo antipopulista. Con todo eso se las ingenia para representar (me apuntan masternegrillo y Jorge de Castro) un nosferatu, un vampiro fiscal y sanitario, un drácula yeyé.
Pero Macron, lo primero de todo, nos está diciendo que para ser liberal ‘a la page’, a la última, hay que tener cuello, cuello de cisne, pues es ahí donde se concentran los símbolos de estatus y de intelectualidad (el cuello, ¡por donde corría la cuchilla revolucionaria!). Es el cuello y no el pelazo, como creen nuestros émulos ibéricos (el pelazo sería un a más a más).
Quede aquí este humilde textillo como pequeño apunte de moda masculino-liberalia y anticipo de tendencia.