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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

¿Y por qué no lo llevas a urgencias? Porque tiene mocos (y eso no es grave)

Gema Lendoiro el

Estamos en etapa de mocos y toses. Normal. Estamos en invierno. En primavera disfrutamos de las alergias y de las picaduras de algún que otro bichito cabrón. Nada nuevo bajo el sol. Tenemos catarros dese que existimos. Es un método de defensa de nuestro cuerpo, tan sabio él. Sin embargo y a pesar de la cotidianidad del asunto siempre hay alguien que hace saltar las alarmas en modo: ¡Lléva a este niño a urgencias! (¿qué diremos si el niño algún día se cae y se rompe los dientes delanteros con el consiguiente reguero de sangre?)

No sé si nos hemos agilipollado o esto es cosa de toda la vida del Señor. El caso es que llegados los fríos se suceden en todas las casas, en las de los ricos y las de los pobres, los catarros. Y así andamos durante un par de meses o tres, haciendo las delicias de Kleenex. ¿Qué madre no lleva kleenex en las manos, verdad? Pero no solo eso. En cualquier casa que se precie siempre hay alguien dispuesto a mencionar la temida frase: “yo que tú lo llevaría a urgencias” Y tú sabes que eso no es necesario porque:

-Los mocos es una defensa del organismo. Es más, son nuestros grandes aliados a la hora de generar defensas en nuestros infantes.

-La tos es una defensa del organismo (sí, también)

-La fiebre es una defensa del organismo. Tener más de 38 grados (excepto menores de 3 meses) no es sinónimo de ir corriendo a urgencias.

-No pensar que porque tu hijo tiene fiebre, a continuación se desencadenará una convulsión febril. Lee aquí, no lo digo yo, lo dicen los estudios científicos y contrastados. Según la pediatra Andrea Masiá de Barbieri  (número de colegiada, 38161) “Las convulsiones febriles están asociadas a la subida de la temperatura por eso su nombre pero la fiebre por sí misma no las ocasiona, es necesario tener una predisposición”  

La sociedad camina hacia unos niveles tecnológicos increíbles a la vez que se infantiliza. Vamos a  pararnos a pensar detenidamente esto un momento. Una madre normal, con sentido común, que conoce bien a sus hijos, ¿por qué motivo no se le permite tomar decisiones en temas tan comunes como llevar o no al pediatra a su hijo? No estamos hablando de un niño enfermo y decidiendo si necesita este o aquél tratamiento de oncología, en cuyo caso debería imponerse el criterio médico, estamos hablando de situaciones normales y carentes de peligro. ¿Quién puede conocer mejor a su hijo que una madre? Una madre puede no saber qué es la disnea o el tiraje al respirar pero seguro que si eso le sucede a su hijo ella se dará cuenta porque está con su hijo a todas horas, todos los días desde que nació. Salvo que la madre sea tonta y eso no suele ser la tónica general. Muchos pediatras reconocen ponerse más en alerta cuando la madre llegan a la consulta diciendo ” a mi hijo le pasa algo, yo lo sé” que ante la frase “tiene 40 de fiebre” ¿Por qué? Porque los pediatras están más que acostumbrados a ver A TODAS HORAS Y DURANTE AÑOS casos de fiebre alta, toses, mocos, vómitos por las flemas. Es el pan nuestro de cada día. No les asusta y no porque lo vean a diario sino porque es algo nada grave.

Se habla últimamente en las redes del empoderamiento de los padres, de que sean ellos mismos capaces de resolver cuestiones cotidianas en el día a día de la crianza de sus hijos sin tener que rápidamente acudir a urgencias ante cualquier imprevisto. Antes había botiquines en las casas y ahora como mucho hay tiritas. Hay un miedo atroz a no saber hacer nada, todo tiene que estar supervisado por el pediatra y para ello se justifica estar dos o tres horas en urgencias a las dos de la mañana porque el niño, de 3 años, tiene 39 de fiebre.  Y entonces va la madre, asustada por no saber, o presionada por la suegra, su propia madre, la cuñada, la vecina que salió en bata al rellano, le pusieron la cabeza como un bombo:  “Llévalo ya mismo porque el nieto de la Genara tuvo convusiones y casi se muere porque le dio 39 de fiebre” y se planta con el niño o los niños en pijama, con cuatro grados bajo cero en la calle y en una sala fría de espera plagadita de virus (que estarán encantados de instalarse en las vías respiratorias del niño) donde después de dos horas le confirmarán lo que ella ya sabía; que el niño tiene un catarro de mil pares de narices. Es más, ¿cuántas veces, después de haber salido de urgencias te quedas con cara de panoli porque tú ya sabías que era innecesaria esa visita?

Seamos un poquito más serios y poco menos histéricos. ¿Si usted, ya adulto, se despierta a las 3 de la mañana con estornudos, dificultad para oler, toses varias y un poco de dolor de cabeza se levanta, se viste y se planta en las urgencias de La Paz o se toma un gelocatil, un vaso de algo calentito e intenta descansar? ¿Entonces por qué al niño sí? 

Hay verdades que hay que asumir:

-En invierno hace frío

-El frío trae en paralelo: toses, catarros, virus, mocos, fiebre (alta también)

-Las urgencias son para cosas urgentes: los mocos no son tema urgentes. Un niño con fiebre, tampoco. Un niño que está muy raro, pálido, que presenta dificultades para respirar, que está azulado, sí. Es algo que tendría que parecer obvio, además.

-Hay infinidad de maneras no médicas para pasar un resfriado común: el caldito, un buen humidificador que evite que la gargante se reseque y tengamos más tos, los mimos de mamá, los cuentos, ir aúpa, tomar miel con limón…antes de usar jarabes para la tos.

Los mocos NO VIAJAN por mucho que la abuela diga lo contrario. Pinchen en el enlace y verán que no les miento.

Y como verdad más que universal:

-Toda madre escuchará a cualquiera que haría mucho mejor las cosas que ella y siempre empezando con la dichosa frase: “yo que tú….”. En la crianza, como en el fútbol, todo el mundo tiene una opinión.

¿De dónde vienen entonces todos estos mitos absurdos que nos calientan la cabeza innecesariamente? Pues vienen de la falta de conocimiento, de no plantarse ante lo que te dicen e investigar qué hay de cierto en ello. Hay tantas cosas nuevas que se saben que han desterrado a mitos de hace 20, 30 y 40 años que bien se podría escribir un libro con ellas. Gracias a desterrar estos mitos ya sabemos, por ejemplo, que bañarse en una piscina con hombres no es causa de embarazo no deseado. Lo importante es que los padres, los que ahora tienen hijos susceptibles de ir a urgencias por mocos o por lo que sea, se informen, hablen abiertamente con sus pediatras cuando tengan las consultas rutinarias y que hagan las preguntas pertinentes. Claro que para ello los profesionales tendrían que tener un poquito más de tiempo para poder explicarle a los hijos que a veces les recetan un jarabe antitusivo pero que lo ideal es que tengan la paciencia de dar líquidos todo el rato para que se ablanden las secreciones y expulsen esas malditas flemas.

Y ya como colofón les ruego encarecidamente que lean ustedes el post de hoy sobre este tema de mi amigo Jesús Martínez, pediatra y creador del grupo de Facebook el médico de mi hijo. Ojo, cuando habla de médico de mi hijo hace referencia a que para cosas leves todos podemos y debemos ser el médico de nuestros hijos.

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