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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Tolerancia cero

Salvador Sostres el

Pablo Casado ha dicho que tendrá “tolerancia cero” con cualquier conducta que en su partido no haya sido “ejemplar”. Me gustaría que hubiera dicho cualquier otra cosa. Del líder de la derecha espero recursos estilísticos superiores a “tolerancia cero” y si quiere hablar de ejemplaridad tendría que especificarla para que podamos ir a reclamársela. Cuando les exigimos a los políticos que vivan en un plano moral superior al nuestro, les estamos pidiendo que nos decepcionen. Cuando los políticos pretenden hacernos creer que viven en tal superioridad, éste es su primer engaño, su primer fraude.

Me habría gustado que que el líder del partido conservador hubiera sido capaz de denunciar que la izquierda hurga siempre en los defectos de los demás para intentar disimular su calamitosa falta de virtudes: y por ciertos que pudieran ser todos los casos de presunta corrupción que hayan podido afectar a los distintos gobiernos del PP, nada nos ha corrompido, envilecido, empobrecido tanto como las presidencias de Zapatero y de Sánchez. A parte de que todo el mundo sabe que el PSOE ha robado, en nuestra historia reciente, mucho más que el PP.

También es importante decir que la mayor corrupción que existe en España, la mayor desfachatez, el mayor atraco es la manera tan sumamente estúpida y tercermundista que la mayoría de los españoles han tenido de votar en las dos últimas elecciones generales. Esto sí que es robar a un país, robarle el dinero, robarle la esperanza. Cada vez que la turba se queja de la supuesta corrupción de algunos cargos o dirigentes del PP, me parto de la risa. Ellos, el siniestro tumulto, son los ladrones. Ellos son los que se roban y nos roban la libertad, la prosperidad, el presente y el futuro. Ellos son lo más corrupto que nuestra historia. Ellos que con tantos derechos se creen, y tan dignos se proclaman, son el auténtico cáncer de España, los que nos han condenado a este plus de intemperie, a este tercermundismo moral, al humillante debate público, a la terrible pobreza que estamos a punto de experimentar.

Poner el foco en la corrupción es el truco de la izquierda para que no nos fijemos en su monumental atraco, en su deprimente falta de inteligencia.

En Cataluña, cuando Puigdemont quiere desmarcarse de la vieja Convergència para evitar que le asocien con la corrupción del presidente Pujol, sucede exactamente lo mismo. El forajido no es más que un patán acorralado que quiere reducir a Cataluña y a los catalanes a su paranoia y a sus necesidades, sobre todo económicas pero también fisiológicas y que él confunde con su vanidad. La presidencia de Puigdemont es la presidencia de Pujol lo que Palestina es a Israel, “nosotros sólo tenemos piedras”.

Pero por pobre hombre que sea el expresidente fugado nunca lo será tanto como la colección de fanáticos y de invidentes que le han votado, perjudicando sus propios intereses, su libertad y sus expectativas de crear riqueza. Los que se exclaman de lo que -siempre presuntamente- robó la que todavía es la primera familia de Cataluña son los que no entienden que tal montante no llega ni a poder considerarse una propina de lo que dos millones de tontísimos independentistas se han robado y se han perjudicado a sí mismos. Ellos son los ladrones, el crimen, la navaja. Ellos, los de las lecciones.

Si Puigdemont, en lugar de despreciarle, aprendiera de Pujol a entender cómo es Cataluña y cómo son los catalanes, y en lugar de apelar a su público del modo más intestinal y barato, intentara hacerlo crecer en el esfuerzo, en la responsabilidad y en el principio de realidad, no habría tenido que escaparse, ni el independentismo estaría tan deshilachado y huérfano de cualquier destino y hasta sentido.

La corrupción no es una caja B. Una caja B puede ser corrupción, pero bueno. El dinero B, lo queramos admitir o no, es uno de los más consistentes hilos conductores de nuestra democracia. El B es tan español como la Giralda. ¿Alguien ha estado siempre libre de B?¿Alguien ha declarado siempre y escrupulosamente todo lo que ganaba? ¿Alguien ha renunciado siempre a un electricista sin factura?. Esto es corrupción pero no es la corrupción. La corrupción es usar la democracia para destruir la libertad. La corrupción es ser un imbécil. La corrupción es ser un cretino y los españoles llevamos un tiempo votando como auténticos cretinos. Los catalanes, especialmente. Que hayamos atentado contra Barcelona votando a Colau es más corrupción que todo lo que hayan podido votar PP y PSOE juntos. Lo de Quim Torra presidente, ¿qué otra cosa puede ser que un espejo de nuestra jeringuilla manchada de sangre para asustar a una viejecita y robarle todo lo que lleva encima?

Me gustaría que la derecha, que mi derecha, supiera decir algo mejor que “tolerancia cero”, porque para este léxico no hace falta educación religiosa ni colegios de pago. Me gustaría igualmente que cuando la derecha, mi derecha, habla de “ejemplaridad” supiera definirla en la libertad, en el gesto sublime, en la maravilla que aún esperamos de la vida, y no en la retórica de la chacha que la portera te recomienda porque es “honrada y limpia”. Me gustaría, todo esto, porque es mi sentido del humor y de la estética, pero también porque la izquierda siempre nos gana cuando jugamos a ser tan sumamente idiotas como ella.

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