Salvador Sostres el 23 nov, 2016 La exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, ha fallecido tras sufrir un infarto en un hotel de Madrid y está ahora mismo siendo sometida a los debidos cuidados médicos. Ya he visto en las redes sociales gente que se alegraba de ello. Si el acoso político y mediático que ha sufrido en los últimos meses Rita Barberá lo hubiese sufrido cualquier político de la extrema izquierda, ahora dirían que la derecha mata, y que desde que ya no fusilamos al alba, hemos aprendido métodos más sibilinos de asesinar. Pero es Rita Barberá, es o fue del Partido Popular, y eso la convierte en una no-persona, sin dignidad ni sentimientos que quepan respetar. Como explica Primo Levi en “Si esto es un hombre” la izquierda populista despersonifica a sus adversarios, a los que considera sus enemigos, hasta que puede machacarles sin complejos porque ya les ha negado cualquier humanidad. Estamos yendo muy lejos en el acoso y derribo del otro. Por muchos errores, y hasta delitos, que alguien haya cometido, los ensañamientos y los linchamientos son absolutamente cobardes y repugnantes, y prefiero una y mil veces al que ha errado que a los que le tiran piedras desde la impunidad de la masa. No importa que sea Rita Barberá o cualquier otro personaje público de cualquier ideología o condición. Podemos opinar, podemos criticar, y luego tenemos un sistema legal que es a quien le corresponde castigar cuando es el caso. Y eso lo digo yo, que pienso que los obituarios tienen que ser justos y no elogiosos porque sí. Pero las cacerías humanas sobran y nos degradan como personas y como sociedad, y más cuando la Historia nos ha enseñado, con no pocos ejemplos, y no poco escandalosos, que los que más lecciones de ética dan son los que más tendrían que callar, porque no suelen estar a la altura cuando vamos a reclamárselas. Se nos ha ido de las manos nuestro tan miserable afán justiciero, y en cambio creo que hace demasiado tiempo que no nos miramos en el espejo. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 23 nov, 2016