Querido Johan Cruyff: tú nos enseñaste a ganar estando orgullosos de lo que hacíamos. De ti aprendimos el placer de la belleza, el sentido de la verticalidad, y a proteger lo puro que hay nosotros como un tesoro, para proyectarlo, y que éste fuera nuestro legado.
Hay algo de tu fútbol que trasciende el fútbol, y el deporte, y es una lección de vida, y es una enseñanza de amor, el amor que ponemos en cada cosa y que la vuelve importante y la eleva. Hay algo de lo que siempre has hecho y explicado que permanece, y sirve para cada circunstancia de la vida.
Querido Johan Cruyff: te admiramos y celebramos eternamente tu leyenda, que para los del Barça es también la nuestra, pero el gran sentimiento que te profesamos es el agradecimiento, la profunda gratitud por lo bien que nos has tratado, por lo mucho que contigo hemos vivido y aprendido. Y de las fuerzas que tú siempre nos has dado, sacamos ahora las fuerzas para mandarte nuestro calor y nuestro ánimo, lo más puro que tenemos tal como tú nos ayudaste a encontrarlo, la convicción de que los que hacen las cosas bien al final ganan, y la confianza de que también la suerte juega, y que es partidaria de la belleza.
Querido Johan: si te mandara lo mejor que tengo, te mandaría un espejo, para que te vieras reflejado en él y supieras la falta que nos haces y lo mucho que te queremos.
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