Con la irrupción de Podemos y de sus indios okupas, se ha puesto de moda reclamar higiene. Cuando éramos muy pocos los que la reclamábamos, nos acusaban de fascistas, porque ya se sabe que uno en España no es nadie hasta que no le acusan de fascista. Bien, mis queridos socialdemócratas, bien. Estoy encantado de que después de tantos años, vayáis llegando a la ducha. ¡Higiene, higiene!, dice ahora la corrección política. ¡Es extraordinario!
Resulta un buen primer paso en la correcta dirección que la higiene se haya puesto de moda. Hoy hasta Pilar Rahola pide higiene a Podemos, ella que hizo de la laca un sustituto del champú, y que su cabeza es en sí misma una explicación del agujero de la capa de ozono.
De lo que se trata es de que estos chicos de Podemos resuelvan sus cuestiones previas antes de ser tan arrogantes de creer que pueden solucionar los problemas de los demás. Hay una modestia fundamental que nunca estorba, como el desodorante.
La sociedad española no puede convertirse en el diván de los inadaptados, como sucedió en el Congreso en su sesión inaugural. La democracia es, sobre todo, una cuestión formal, y el chándal es la estética de los tiranos. De los tiranos de izquierda, por cierto, como Chávez, Maduro y Castro.
La ducha y propiedad privada no son opiniones. Son los fundamentos de nuestro modo de vida libre. Son un dique de contención contra la barbarie. Los chicos de Podemos tienen que pasar los filtros, como en el aeropuerto pasamos por el detector de metales. No es tan difícil entenderlo. Cuando lo tengáis claro, hablamos.
Otros temas