Salvador Sostres el 13 sep, 2016 Con David Gistau hablamos ayer de la relación entre el franquismo y la burguesía catalana. Cada país tiene un partido que es el partido de los propietarios. En los Estados Unidos es el Republicano, en España es el PP y más concretamente, en Andalucía es el PSOE y en Cataluña es, o mejor dicho, era Convergència. La inmensa mayoría de los grandes burgueses catalanes votaron Convergència desde la recuperación de la democracia hasta que Mas enloqueció; y eso nunca fue contradictorio, para ellos, con que su fortuna la construyeran y multiplicaran durante el franquismo. Valiéndose de la complicidad de la estructura política del Régimen, y gracias al excelente trato económico que Franco les dispensó, los empresarios catalanes pudieron hacerse millonarios y administrar su fortuna sin pagar demasiados impuestos, o incluso ninguno, cuando se llevaban el dinero a Suiza mientras las autoridades franquistas miraban hacia otro lado. El antifranquismo, que en general es una leyenda urbana, fue concretamente en Cataluña un pasatiempo de peludos, perdedores y cantamañanas, y sólo así puede entenderse que todo el mundo viviera tan bien, que los empresarios ganaran tanto dinero, que los cantautores pudieran durante aquellos años escribir, publicar y cantar sus mejores canciones, y que Franco permaneciera cuatro décadas en el poder y muriera tranquilamente en la cama. Hasta los burgueses más catalanistas, incluso los que hoy son independentistas, tendrían que reconocer, si les quedara un ápice de decencia, que fue para ellos una bendición que el Alzamiento les librara de la funesta y criminal República; y que gracias a la complicidad de Franco y de sus ministros pudieron amasar su fortuna, encaletar sus reservas en Suiza y ayudar con la propina a la cultura catalana, a la que siempre trataron como a una fulana, para hacerse los intelectuales a un precio realmente escaso. Es siempre la misma historia: si tan antifranquista hubiera sido Cataluña, habríamos acabado con Franco; si tan independentistas fuéramos los catalanes, ya seríamos independientes; y si tan nación nos sintiéramos como reclamamos, asumiríamos nuestro destino hasta las últimas consecuencias en lugar de estarnos todo el quejando. And all the rest is silence. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 13 sep, 2016