Graves insultos a Fran Rivera por torear con su niña en brazos. Fran Rivera es un torero, sabe lo que hace, la niña no corría ningún peligro, y en cualquier caso sólo estuvo ahí para tomar la instantánea.
Pero la progresía de este país, siempre indigente, y siempre dispuesta al linchamiento, compareció ayer para dar, a propósito de Fran, su enésimo espectáculo totalitario en las redes sociales.
Seguro que muchos de los que ayer le insultaron por torear con su niña en brazos, llevan a sus hijos de paquete en la bicicleta, y por la calzada, exponiéndolos a un terrible y cotidiano peligro por la tontería de hacerse los ecologistas.
Seguro que entre los que ayer hicieron el ridículo en internet, están los que no vacunan a sus hijos porque desconfían de la medicina, con el riesgo de que ello supone para sus niños y para los hijos de los demás.
Y sin ninguna duda, entre los linchadores de ayer, que hedían a resentimiento antitaurino, también se encontraban muchos de los que han votado a los socialistas, a Izquierda Unida o a Podemos, dando alas de este modo a los que quieren condenarnos al atraso y a la miseria, para que sólo les podamos legar a nuestros hijos un país desmoralizado y empobrecido.
De la turba hay que huir porque es en sí misma maléfica, aunque no haga nada; y supongo que nadie se extraña si digo que, entre los insultos de ayer a Fran Rivera, no detecté ni demasiado talento, ni demasiada educación, ni demasiada compasión, ni demasiada inteligencia, ni a demasiados padres que estuvieran en disposición de dar lecciones de nada.
Prefiero un mundo con los pequeños atrevimientos de este Fran tan inofensivo y tan simpático; que un mundo colapsado por la masa amorfa, violenta e invertebrada, que sólo vive de destruir y de linchar, que es contraria a los intereses de la Humanidad, y que es de hecho uno de sus mayores escarnios.
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