Acabo de leer una relación de los diez personajes más influyentes del cine español. No pierdan el tiempo. Una de las grandes mentiras de España es su cine. El cine español no existe. Lo que no es rentable está fuera de la realidad y el cine español no existiría si no lo pagaran los de siempre, la gente ordenada y de derechas de siempre, que trabaja y crea riqueza, y empleo, y que luego es insultada por la bárbara arrogancia de unos actores que si fuera por los beneficios que su trabajo genera pasarían hambre. Arrogancia y subvención suelen estar íntimamente relacionadas, tal como los sindicatos insultan a los empresarios, que son los que pagan los tan aclamados -y tan cínicos- derechos adquiridos. ¡Adquiridos por quién, por el amor de Dios! Si no hubiera empresarios con su esfuerzo y su dinero y su riesgo, ¿quién crees que crearía riqueza y quién crees que te pagaría los días personales?
El cine español no existe: es una pedantería de los políticos de izquierda, que así compran voluntades, discursos baratos en las entregas de sus premios, y muchedumbre bien pagá en las manifestaciones contra la derecha o contra los Estados Unidos, que para ellos es lo mismo, en su invertebrado simplismo.
El cine español no existe y tendría que ser delito la cantidad de dinero público malversado. Por cada buena película que nuestro cine ha dado, los miles de millones despilfarrados en toda clase de absurdas subvenciones, van más allá de lo que se puede considerar un fracaso y tendrían que ser motivo de persecución judicial.
España tiene industrias culturales mucho más potentes, como por ejemplo la gastronomía, considerada un lujo de ricos gordos por este rojerío ramplón que nunca comprende lo importante. Pero nada es tan cultura ni define tanto a un pueblo como su gastronomía, y en nada despunta tanto España en el mundo entero como por sus cocineros. ¿Qué ayuda reciben? ¿Qué estrategia tiene para ellos el Estado? Nada, porque todo nos lo gastamos en nuestro cine de mediocres y creídos, que nos salen carísimos como siempre nos sale la izquierda.
Y encima nos insultan. Aunque bien mirado esto es un progreso, y no hay que despreciarlo. Antes quemaban iglesias, con nosotros dentro.
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