«A partir de Toy Story surgieron dos principios creativos. En cierto modo se convirtieron en mantras, unas frases a las que nos aferrábamos y repetíamos continuamente en las reuniones. Creíamos que nos habían guiado durante la creación de Toy Story y las primeras etapas de Bichos: una aventura en miniatura, y en consecuencia nos proporcionaban una gran tranquilidad (…) El primer principio era ‘Lo importantes es la historia’ (…) El otro principio del que dependíamos era ‘Confía en el proceso’.»
Estas son algunas de las muchas reflexiones que comparte en su libro Creatividad S.A. (Editorial Conecta), Ed Catmull, uno de los fundadores de Pixar y además uno de los pioneros en la creación de gráficos por ordenador, un visionario de la animación con unos resultados espectáculares, por tanto que haya compartido parte de lo que piensa y cómo consiguió sus objetivos, es fundamental para entender una industria -la de animación- así como un modo pensar en el que uno de sus principios fundamentales es el de sacar el máximo rendimiento de su entorno, tanto de las personas, como del técnico, con preguntas del tipo ¿qué valen más, las buenas ideas o la gente buena? La gente piensa tan poco acerca de ello que la respuesta debería ser obvia: las ideas surgen de las personas, por tanto las personas son más importantes que las ideas, afirma Catmull. «Por decirlo una vez más, lo que es absolutamente fundamental en cualquier aventura creativa es centrarse en las personas, en sus hábitos de trabajo, su talento y sus valores.»
Creador de una cultura Pixar que seguro sobrevivirá a sus fundadores. Catmull a lo largo de sus más de 40 años pensando en cómo ayudar a las personas inteligentes a dar lo máximo, muestra una visión clara y, real y necesaria que se debería de dar en todas las empresas. En 1979 George Lucas reclutó a Catmull del Instituto de Tecnología de Nueva York para dirigir la División de Computadoras de Lucasfilm, un grupo encargado del desarrollo de tecnología informática de vanguardia para la industria cinematográfica. En 1986 Steve Jobs le compra a George Lucas la División de Computadoras y establece al grupo como una compañía independiente, nace Pixar con Catmull, el animador John Lasseter y el propio Jobs, junto a unas 40 personas más.
Catmull tiene una visión creativa y enriquecedora fundamental para todos aquellos que tengan personas a su cargo, porque si se siguen sus consejos -algunos de sentido común-, las personas que tienen que remar a favor podrán conseguir resultados excelentes tanto a nivel personal como a nivel profesional. Partiendo del supuesto de que la gente tiene talento y desea aportar algo, se debe buscar que la empresa no asfixie ese talento y trate de identificar esos posibles impedimentos y sobre todo los corrija.
Lasseter y Catmull crean una cultura Pixar, un modelo cultural que protege lo nuevo para establecer una manera necesaria y creativa fundamental para el trabajo y el trabajador de un modelo de discurso visual vital para la transmisión de ideas. Afirma Catmull que todo el mundo tiene el potencial de ser creativo, cualquiera que sea la forma que adopte esa creatividad, y que estimular tal desarrollo es algo noble. Y aún más, le interesan los obstáculos que se interponen en el camino, muchas veces sin que los detectemos, e interfieren en la creatividad propia de cualquier empresa floreciente. El miedo a ser enjuiciados obstaculiza toda creatividad.
Si consideramos la creatividad como un recurso al que acudimos continuamente para realizar algo desde la nada, comprendemos que nuestros temores nacen de la necesidad de hacer realidad lo no existente. Muchas veces la gente trata de sobreponerse a ese miedo limitándose a repetir lo que ha funcionado en el pasado. Eso no lleva a ninguna parte, o, por decirlo más exactamente, conduce en sentido opuesto a la originalidad. El truco, dice Catmull, consiste en hacer uso de nuestras habilidades y conocimientos no para duplicar sino para inventar. La búsqueda de una mente abierta es uno de los objetivos fundamentales de las personas creativas, pero el camino que emprende cada uno para llegar no está señalizado.
Catmull en su afán por dejar claro que la creatividad es necesaria que surja en ambientes reales y prolíficos a ello, se deben aflojar los controles, aceptar el riesgo, confiar en nuestros colegas, trabajar para allanarles el camino y prestas atención a cualquier cosa que les dé miedo. Todas estas cosas no harán que resulte más fácil gestionar una cultura creativa, pero la facilidad no es la meta; la excelencia sí lo es, y lo que no sea fomentar este pensamiento es ponerse palos en las ruedas. Para Catmull los mejores directivos reconocen y reservan un espacio para lo que desconocen, no solo porque la humildad es una virtud, sino porque los avances más notables no se producen hasta que no se adopta esa mentalidad. Lo imprevisible es el terreno en el que surge la creatividad, por tanto conlleva pasos en falso e imperfecciones.
Creatividad S.A. es un libro dirigido no solo a los inmensos fans de la factoría Pixar, o esos ejecutivos que sueñan con ser reconocidos en el mundo del espectáculo o a los animadores digitales. Va dirigido a cualquiera que desee trabajar en un entorno saludable que fomente la competencia enriquecedora, la resolución de problemas y sobre todo la creatividad. Catmull muestra una visión de un gran liderazgo, esencial para ayudar a las personas creativas en el camino de la excelencia, con independencia de cuál sea el negocio al que se dediquen.
No es un libro de memorias, aunque sí relata esos momentos históricos en la industria de la animación, así como anécdotas desde dentro de Pixar que hacen que el lector se divierta y fascine por un modelo de trabajo. Es un libro práctico y visionario para entender los errores que cometieron en Pixar y las lecciones que aprendieron junto con las vías que conocieron gracias a ellos. Es un salón de la fama de las ideas creativas para sacar lo mejor de nosotros mismos.
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