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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Al más puro estilo de «Corrupción en Miami»

Al más puro estilo de «Corrupción en Miami»
Pablo Delgado el

Miami es una de las ciudades que han pasado a la historia por ser un lugar de vacaciones de lo más populares del mundo, por tener un clima tropical con veranos calurosos y húmedos, e inviernos templados y secos, además es, un emplazamiento ideal para la residencia de muchos artistas, famosos, oficinas centrales de compañías, bancos y estudios de televisión, ya que se la considera una ciudad global de suma importancia en las finanzas, el comercio, los medios de comunicación, el entretenimiento, las artes y el comercio internacional. Está ubicada en el sureste de Florida de los Estados Unidos, y cuenta con una población aproximada de 500.000 habitantes; su área metropolitana engloba a más de 5,4 millones de habitantes, lo que la convierte en la séptima más grande del país.

A lo largo de su historia moderna también ha sido -y es todavía-, puerta de llegada de la migración cubana. Una población, que junto a la mexicana viajan hacia unas tierras norteamericanas en dónde el sueño americano -dicen- siempre está latente.

Muchos empezamos a conocer la ciudad por una serie de televisión que se emitía allá por los años ochenta y que empezaba con una música característica y con la imagen de las palmeras y los flamencos rosados para ir avanzando a toda prisa sobre el agua en la que se sobre imponía de repente un rotulo en el que se podía leer «Miami Vice» junto a la voz en off dobladora y su «coooorrupción en Miami». Una ciudad que calificaban en la serie como paraíso del sol y del narcotráfico, llena de acción, pasión e intriga. Una serie original, que se entremezclan el glamour y la decadencia propias del Miami de los años 80, la prostitución y el tráfico de cocaína, en la que se movían los policías «antivicio» Sonny Crockett encarnado por Don Johnson y ‘Rico’ por Philip Michael Thomas.

Sobre un Ferrari Testarossa o en una lancha, Sonny imponía sus trajes blancos, sus pantalones sin cinturón, camisetas de algodón, gafas Rayban y mocasines sin calcetines; por su parte, Rico ofrecía un estilo impecable donde la única fantasía permitida era el color de sus corbatas y su macizo peinado. Una barba de «tres días» se convertía en otro de los elementos distintivos de la pareja. El glamour ostentoso y de gusto kitsch dejó paso a un nuevo lujo más sofisticado de colores pastel y trajes de lino auspiciado por ese Made in Italy que estaba conquistando las pasarelas y escaparates desde finales de los años setenta.

Pero si hay un autor que captó la esencia en la que se movió Florida fue John D. Macdonald, que atrapó a través de su serie de Travis McGee, el estado de ánimo y el espíritu de su época con mayor precisión, más inquietante que cualquier otro escritor, pero que siempre logró contar una historia tremendamente buena e intensamente cargada de tensión y suspense. En esta línea se mueve la tercera entrega del logrado cómic Tyler Cross 3. Miami (Dibbuks), dibujado por Brüno y con guión de Fabien Nury. El polifacético Cross se traslada después de salir de una prisión de Angola, a la mencionada Miami. En pleno boom de la construcción busca a su abogado para recuperara su dinero, pero éste lo ha «invertido» en un negocio inmobiliario que tendrá máximos beneficios en poco tiempo. Pero Tyler no las tiene todas consigo, por lo que hará lo que sea necesario para recuperar lo que es suyo, lo que sea.

En el cómic, nadie supera al trajeado Cross, nadie lo desafía seriamente, aunque los malos se esconden tras él y lo intentan dejar tieso tantas veces que se preguntan si de verdad ese tío no es alguien más. Mientras tanto, la acción se detiene por completo para nuestro «asesino» sin escrúpulos, ya que tiene un objetivo concreto y cuando Cross tiene ese objetivo entre ceja y ceja, no hay nadie que le pueda parar.

Brüno y Nury siguen manteniendo -en la saga Tyler Cross- una estructura narrativa acertada en la que la intriga y la tensión se mantienen en todo momento a lo largo de la historia. Continúan en la misma línea que las dos anteriores, siendo muy entretenida y hace que el lector se sumerja en el universo Cross hasta lo más hondo. Un universo que capta la luz de una ciudad como Miami, sus parajes, sus cayos -esas pequeñas islas con una playa de baja profundidad que algunas pertenecen a una sola persona-, sus valores, sus miedos y oportunidades.

Con unos peculiares requisitos formales el espacio restringido, la necesidad de una acción rápida en lenguaje sencillo y las escenas de delitos violentos, demuestran ser un estímulo para la imaginación de los autores, que bajo una gran influencia cinéfila como El cabo del miedo o Río Rojo, plasman muy bien en el cómic. Son capaces de trabajar unas variaciones y fantasías en torno al sujeto inamovible, como es Tyler Cross. Su mente es siempre práctica, su postura lúcida y su complot invariable hasta el punto final.

Tyler Cross. Miami si bien pretende ser ficción, su intención aparente no es tanto explorar el carácter, la trama o el tema como lo es compilar cada hecho concebible sobre los que se evalúa y compra la propiedad privada a través del soborno, la traición, la violencia y la corrupción, en unos rincones ecológicos dónde se financian los tratos y se ignoran los estándares de construcción y además se comercializan para luego administrar unos criterios estéticos y narrativos con los que se articula las secuencias de unas viñetas extraordinarias.

TYLER CROSS 3 Miami // Dibujo: Brüno / Guión: Fabien Nury / Color: Laurence Croix // Dibbuks // 2018 // 18 euros

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