ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Epitafio a la hoja de contactos

Epitafio a la hoja de contactos
Pablo Delgado el

Cartier-Bresson decía que “una buena fotografía de una hoja de contactos es como ir a la bodega y subir una buena botella para compartirla”; Elliot Erwitt hablaba de las hojas de contactoS como “contradicciones visuales que son el sueño de un fotógrafo”; Fernando Scianna comenta que si las muestras “corres el riesgo de exponer los recovecos de tu subconsciente a un psicoanalista incapaz. una hoja de contactos refleja el consciente y el subconsciente del fotógrafo. Con frecuencia, se equivoca a la hora de interpretarla. Sin embargo, mediante el análisis de la hoja, una suerte de autoanálisis, puede llegar a comprender el sentido existente tras las propias imágenes, si es que hay alguno. El proceso puede ser largo pero también fascinante”; y Stuart Franklin las calificaba como “el diario de un viaje, o una de una búsqueda”.

De estas palabras se aprecia a la perfección la importancia que tenían las hojas de contactos en la vida profesional de un fotógrafo. Esa hoja realizada en una impresión directa de un rollo o secuencia de negativos, es la primera visión que tenía el fotógrafo de lo que había captado en la película y proporciona, únicamente, una primera visión íntima de lo que había conseguido captar a través de la lente de su cámara. La hoja de contactos es el registro de cómo se construyó una imagen. Una imagen que con el paso de los años, la tecnología digital ha cambiado esa forma de ver, observar, percibir y sentir las secuencias de imágenes captadas. Con la revolución digital en las cámaras, esa forma de registro y de edición, en la que el fotógrafo se presentaba ante las tiras de secuencia, ha cambiado completamente, las estanterias repletas de carpetas de hojas de contactos, han dado paso a las pantallas de ordenador y los discos duros, que para los nostálgicos puede resultar algo frio al perder esa incertidumbre del revelado y apreciar el primer contacto con la imagen captada y que ahora puede accerder a ella de manera inmediata después de haberla visionado en la pantalla de la cámara. Todo tiene sus pros y sus contras, pero creo que realmente se ha avanzado de forma brutal en la edición fotográfica, sobre todo, en este mundo que cada vez va más deprisa y la premura en tener la imagen deseada, cobra el mayor y único protagonisto. En su contra, puede estar, que por parte del fotógrafo se pierda ese sosiego en capturar el momento decisivo, y sobre todo, el diálogo entre imagen y fotógrafo. Pero creo que no se pierde del todo, simplemente cambia, evoluciona. Se pasa de un fotógrafo agachado y con una lente de aumento en la mano ante la hoja de contactos, a la nueva postura erguida frente a la pantalla del ordenador.

La nueva edición de “Magnum. Hojas de contacto” editado por Blume, de la mano de la conservadora Kristen Lubben, nos muestra a través de los fotógrafos más representativos de la agencia, a lo largo de su historia, de cómo cada uno buscaba inicialmente su propia manera de trabajar para abrir una ventana a un proceso particular de edición y selección. Mediante el compendio de 446 ilustraciones (240 en color), se presenta una notable selección y materiales complementarios que revelan, por primera vez, la manera en que los fotógrafos de Magnum tomaban y editaban sus mejores fotografías. Abordando cuestiones claves de la construcción de la fotografía como “la imagen final”, apreciando así cómo evolucionó esa imagen.

En 139 hojas de contacto y 69 fotógrafos, junto con los textos de los propios fotógrafos y de expertos seleccionados, proporcionan un análisis y una visión global y profunda de cada una de dichas hojas. Desde los maestros de la fotografía como Cartier-Bresson, Elliot Erwitt, Robert Capa, David Seymour, e Inge Morath, que podriamos considerar, entre otros, como los clásicos y visionarios de una fotografía documental, contadora de historias reales, hasta la nueva generación de Magnum entre los que están Bendiksen, Sanguinetti, Alec Scott. Se cubren más de 70 años de historia universal, desde el desembarco de Normandia, las revueltas de París de 1968, el Che, Malcom X, Martin Luther King, hasta la guerra de Chechenia y los clásicos neoyorkinos realizados por Guinden.

Una hoja de contactos es un diario de experiencias, una herramienta privada que registra errores, pasos en falso, callejones sin salida… y afortunadas oportunidades que llegan a desmitificar, en algunos procesos de trabajo, ese “momento decisivo” definido por Cartier-Bresson. Estas hojas en las que se aprecia el trabajo, la evolución y sobre todo, la forma de trabajar de un fotógrafo, se empezaron a utilizar, cuando en los inicios del siglo XX, se convirtieron en un compañero necesario de los pequeños negativos que requerian ser ampliados. En su versión tradicional e inalterada, resulta inseparable de su condición de testimonio, de hecho se las ha llamado también “hojas de prueba”, pues permiten volver a colocar una fotografía en el flujo temporal del que fue sacada y constituyen la confirmación de que una imagen es realmente la que quiere su autor y de que un determinado hecho se desarrolló tal como afirmaba el fotógrafo. Contribuyen así a un registro y al estudio incomparable del tiempo histórico que se ha vivido que abarca desde lo cotidiano y lo monumental, hasta las guerras y la política. David Hurn las entendía como “el examen implacable, tanto si es propia como ajena, siendo así sin duda uno de los mejores métodos de aprendizaje” para el propio fotógrafo y para aquellos que quieran estudiar y admirar su trabajo.

Las revistas, décadas atrás se regian por unos tiempos mucho mayores de lo que supone editar una publicación hoy en día. Aquí se ha ganando en el proceso. El fotógrafo dispara, elige y envía, y a su vez el editor publica, todo ello en minutos. A mediados del siglo XX, en el momento álgido de la era de las revistas, las hojas de contactos eran el punto de contacto entre el fotógrafo, el editor, la agencia y la revista.

El recorrido por el que nos lleva Kristen Lubben, comienza en la década de los años 30 y termina en 2010. Nos vamos a encontrar con los grandes de la fotografía acompañados de sus modelos, sus historias, sus pensamientos, pero sobre todo de sus historias contadas a través de sus imágenes. Foótografos como el ya mencionado Cartier-Bresson, David Seymour, Werner Bischof, Capa, George Rodger, Herberst List, Philippe Halsman y su famosa foto de Dalí; Burt Glinn; el recién desaparecido Marc Riboud y su hoja de contactos de aquellos pintores subidos a la Torre Effiel, las fotos del Ché tomadas por René Buri; David Hurn y los Beatles; Thomas Hoepker con Muhammad Alí; las revueltas de París fotografiadas por Bruno Barbey; la invasión de Praga de la que fue testigo Josef Koudelka; el domingo sangriento en Irlanda del Norte en donde Gilles Peress, además de tomar las fotografías, sus hojas de contactos fueron utilizadas como pruebas clave en las investigaciones oficiales en junio de 2010, tras 12 años de investigaciones que anulaban la sentencia anterior y por lo tanto se abrió una nueva vía; George Rodger, Alez Webb, Abbas; Susan Meiselas en la revolución sandinista; Peter Marlow retratando a una Margaret Tatcher en plena ebullición hacia el poder; las historias de Martin Parr; Steve MacCurry, que recientemente estuvo en primera plana por su supuesta modificación de alguna de sus fotografías; Stuart Franklin, Raymond Depradon, Larry Towell; y muchos más.

Estos son algunos de los muchos ejemplos de fotógrafos e imágenes que componene este grandioso libro, interesante y original, que aclara y pone en relación a la fotografía como testigo de la Historia que siempre ha ido -desde su invención- y siempre irá ligada, a los momentos decisivos, que en algunos casos son encontrados y en otros son preparados, en un mundo cada vez más “corrompido” por una tecnología invasiva. Esta nos hace la vida mucho mejor, claro que sí, y yo soy el primero que lo agradezco, pero también agradezco que esto se pare un poco y podamos reflexionar, pensar, leer y sobre todo sentir las acciones que pueden y llegan a cambiar la historia de nuestro día a día.

Una hoja de contactos refleja no sólo lo que ve el fotógrafo y decide fotografiar para la eternidad, sino también su humor, sus dudas y sus errores. Es inmisericorde”. Abbas

El libro honra y pone en alza el valor de las hojas de contactos ante la era digital. Es un epitafio memorable, escrito en imágenes y que al observador y lector le hará pensar ante lo que se le presenta delante, que le ‘habla’ y le advierte sobre su propia mortalidad. Como afirmó Martin Franck “solo cuando revisas las hojas de contactos puedes constatar cómo se desarrolló la escena en el tiempo y ésta es la razón por la que las hojas constituyen una fuente inagotable de fascinación para todos los interesados en la fotografía”. Un libro que a día de hoy es ya un clásico de la fotografía, siendo imprescindible para su teoría, y grandioso, en donde refleja a la perfección el antes y el después de una imagen.

“Magnum. Hojas de contacto” // Kristen Lubben // Blume // Traducción y documentación Alfonso Rodríguez Arias // 524 páginas // 2016 // 49,90 euros

ArteDiseñoFotografíaLibrosMedios

Tags

Pablo Delgado el

Entradas más recientes