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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Una tormenta interior

La ilustradora Catherine Meurisse a través de un viaje a Japón, narra en su último cómic la búsqueda de nuevas inspiraciones e influencias en la naturaleza incontrolable del país nipón

Una tormenta interior
Pablo Delgado el

Japón nos tiene acostumbrados a los occidentales a pensar que es un país lleno de una naturaleza tranquila, sosegada, apacible y muy inspiradora, sobre todo, para aquellos artistas que viajan al país buscando nuevas perspectivas y que en su mayoría cuando vuelven son prácticamente otros.

Nada más lejos de la realidad, la genial e irónica ilustradora francesa Catherine Meurisse nos muestra a través del cómic La joven y el mar (Impedimenta) una visión interior y exterior de la naturaleza nipona mediante un viaje que realizó durante varios meses a Villa Kujoyama, una residencia de artistas ubicada en Kioto. Buscando renovar su inspiración, se sumergió en los paisajes japoneses, viendo esa tranquilidad pero también viviendo los posibles efectos peligrosos para el ser humano como tiene la naturaleza a través de tifones, tsunamis o erupciones volcánicas. Un año después, se encontraba nuevamente en Japón, cuando el tifón Hagibis devastó parte del país. De estos viajes, colocados bajo el signo de la naturaleza, a su vez musa y devastadora, nació este maravilloso álbum.

«Me gustaría pintar la naturaleza», dice la ilustradora francesa que acaba de aterrizar en suelo japonés. Pero la naturaleza no sabe cómo adoptar una pose. Nos transforma, nos envuelve, nos cautiva y a su vez ella hace lo mismo. En su camino, como un espejo, se encuentra con un pintor japonés, que también quiere pintar, pero él lo que quiere captar es la cara de una mujer.

Pero antes, comienza la historia con el encuentro con un Tanuki travieso. El Tanuki es una especie de mapache al que los japoneses atribuyen poderes mágicos, éste le ofrece a Catherine un pincel hecho con el vello de sus nalgas, ya que los suyos se los olvidó e intenta introducirla en el Shodo, el arte de la caligrafía japonesa.

En una naturaleza bellamente descriptiva por el trazo preciso de los pinceles de Meurisse, donde se ciernen las sombras de Hokusaï y de los maestros del grabado, ofrece una historia que en principio parece que va ser un viaje a la parte interior del artista pero lo que hace es cuestionar el lugar del ser humano en la naturaleza y el uso del arte para plasmar los paisajes que pueden llegar a desaparecer, ofreciendo al lector una reflexión gráfica sobre la relación artística entre Japón y Europa, una relación que oscila entre la incomprensión y la fascinación. Al hacerlo, construye una galería de personajes que resuenan como tantos símbolos de este país.

Su encuentro con dicho poeta pintor, aficionado al Haïkus y con un toque desdeñoso hacia los artistas occidentales, no hará más que reforzar esa impresión. Los dos artistas reunidos irán juntos a visitar a Mademoiselle Nami, un extraño y magnífico personaje, descrito como el único superviviente de la Ola, el famoso grabado pintado por Hokusai. Es ella quien desempeñará el papel de puente entre las dos culturas. Gracias a ella, Catherine se abrirá a otra forma de percibir las cosas y, poco a poco, se orientará en esta cultura algo confusa.

Un paseo gráfico propuesto por Meurisse muy divertido, ya que su típico humor va acompañando al relato y sus representaciones de la naturaleza japonesa son magníficas estampas cuyas formas se confunden entre sí, lo que crea una tensión entre una concepción occidental de la naturaleza como trasfondo de nuestras acciones, y una concepción oriental para la que la naturaleza no sea un escenario, sino un entorno del que todos somos partícipes. Dan ganas de detenerse y perderse en esos paisajes dibujados para meditar sobre el paso del tiempo.

Un paseo por la naturaleza que casi queda en un segundo plano, cuando Catherine nos ofrece su otro objetivo, más complejo, confrontar a ese artista europeo y con el artista japonés. Y ahí, ya no son las imágenes las que se disfrutan, sino los diálogos con el artista japonés que le acompaña. Sus intercambios en torno a Ofelia, un cuadro del pintor inglés John Everett Millais -que representa una escena de la obra de Shakespeare, Hamlet-, su discusión sobre la poesía o la naturaleza japonesa, son pasajes deliciosos y escritos con talento.

En definitiva, es un cómic que se sumerge con los dos pies en el exotismo, en el orientalismo. Fascina esta obra muy seductora, dotada de humor y con muchos paisajes hermosos y que lanza una incógnita que atraviesa el álbum y que a muchos artistas les puede llegar, y es la de cómo dibujar desde el lugar en el que están y que no conocen. Esto se refiere al vacío que uno comparte y siente al leer el cómic: no poder captar lo que le rodea y así no poder dibujarlo, pero que Meurisse consigue plasmar finalmente abriendo dicha incógnita y mostrando sus perspectivas y reflexiones.

La joven y el mar // Catherine Meurisse // Impedimenta // Traducción de Rubén Martín Giráldez //2022 //  22,95 euros 

 

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