Aparte de ser unos apellidos que marcaron una tendencia en la historia del arte contemporáneo, además tener prácticamente las mismas letras entre ellos, tienen en común una visión particular e interpretación del arte.
Henri Émile Benoît Matisse (1869- 1954) fue conocido por el uso caracterÃstico que hizo del color, además por emplear un dibujo original y fluido. Matisse es considerado el máximo representante del fauvismo, destacando a lo largo de su vida en pintura, escultura, arte gráfico y collage. Prevaleció por su maestrÃa en el lenguaje expresivo de la utilización del color y del dibujo, realizando una inmensa producción que se extendió por más de medio siglo, y que consagró su reputación como una de las figuras centrales del arte moderno. Durante su trayectoria, supo conjugar en sus obras la influencia de artistas como Van Gogh, Paul Signac, Paul Cézanne, Paul Gauguin o con las cerámicas persas, el arte africano o las telas moriscas. Con el cambio de siglo, su lenguaje evolucionó, influido por dichos pintores postimpresionistas encontrando una nueva expresión subjetiva de la realidad basada en una concepción del color, liberado de cualquier tipo de función descriptiva. La utilización de un color muy contrastado y la influencia de la escultura africana son lo más caracterÃstico de su obra.
A partir de la década de 1920 se impone en sus composiciones una serena sensualidad y una mirada a la tradición en la que lo ornamental va cobrando una mayor presencia. Una grave enfermedad lo dejó prácticamente paralÃtico al pintor francés en 1941, lo que no interrumpió su actividad, sino que lo llevó a intensificar sus trabajos en papel, especialmente los papiers decoupés, que destacan por la modernidad de sus esquemas caligráficos y la pureza del color.
En cuanto a René Magritte (1898-1967) fue una figura central en el desarrollo del surrealismo, en especial en Bélgica, su paÃs natal. Entre 1916 y 1918 empezó a pintar dentro de un estilo impresionista pero ya en 1919 se sintió atraÃdo por el futurismo y pronto su trabajo derivó hacia el cubofuturismo. Su descubrimiento en 1922 de la pintura metafÃsica de Giorgio de Chirico serÃa decisivo para el desarrollo de su carrera artÃstica a partir de ese momento.
Conocido por sus ingeniosas y provocativas imágenes, pretendÃa con su trabajo cambiar la percepción precondicionada que tenÃamos los seres humanos de la realidad y forzar asà al observador a hacerse hipersensitivo a su entorno, es decir, ¿por qué tenÃan las cosas esos nombres y no otros? Magritte desarrolló un tipo de surrealismo basado en la asociación absurda de objetos que pintaba con una minuciosidad fotográfica. A través de unas imágenes de aparente sencillez conseguÃa descubrir al espectador el lado más misterioso de su entorno familiar.
La principal aportación que realizó Magritte fue la de dotar al movimiento surrealista de una carga conceptual basada en un juego de imágenes ambiguas y el significado de estas a través de palabras, poniendo en cuestión esa relación que puede haber entre un objeto pintado y uno real. Como su famosa obra La traición de las imágenes (La trahison des images) una serie de cuadros que contienen la famosa inscripción Ceci n’est pas une pipe, que significa «esto no es una pipa».
Por lo tanto, son dos pintores que llevaron el arte a su máxima expresión, exprimiendo de el toda una interpretación, mediante el uso de dos lenguajes pictóricos- el de Matisse y el de Magritte-. Además tienen en común que recientemente la editorial SM, ha publicado en español dentro de la genial colección de tÃtulos infantiles del Moma de Nueva York, en los que pretende acercar el arte contemporáneo y los grandes artistas del siglo XX a los niños (a partir de seis años). Ya ha publicado los tÃtulos disponibles de Lo que Degas veÃa y El joven Frank, arquitecto. Ahora, ha publicado otros dos tÃtulos relacionados con los mencionados Matisse y Magritte: El jardÃn de Matisse y La manzana de Magritte.
El jardÃn de Matisse (más de 8 años) es una magnÃfica interpretación de los papiers decoupés. En esta breve obra el joven lector podrá conocer al tardÃo Matisse, el cuál un buen dÃa se le ocurrió cortar un pequeño trozo de papel en blanco y realizar un pájaro que harÃa la función de tapar una mancha que se encontraba en la pared de su apartamento. Le gustó el aspecto del papel por ser una forma sencilla y por ello no quiso tirarlo. Pero ese pájaro le pareció al artista que estaba solo, por lo que recortó más formas para unirse a él. Él no lo sabÃa entonces, pero habÃa dado el primer paso en la creación de una nueva forma de arte, una que pronto transformarÃa las paredes de su apartamento en un jardÃn floreciente y vibrante. Un texto escrito por Samantha Friedman (asistente en el Departamento de Grabados del Moma), y con las bellas y coloridas ilustraciones en forma de collage de Cristina Amodeo, que hacen aún más, acercarse a la original obra de Matisse. El libro se complementa con un anexo al final, didáctico sobre el tÃtulo de las obras aparecidas en la publicación.
La manzana de Magritte, (más de 6 años) es otra magnÃfica oportunidad de acercarse al arte, a través de un hombre llamado René, que flota en el mundo de sus sueños e imaginación, cumpliendo un deseo, el de convertirse en pintor de manzanas y sombreros. En sus pinturas, las hojas son labios, las baguettes son narices y los lados nunca están en su sitio. Inspirada en las obras de René Magritte, el texto y las ilustraciones están realizadas por el original y polifacético ilustrador Klaas Verplancke, que tiene en su haber clientes como The New York Times, The New Yorker, Pentagram o Thames & Hudson, y el propio Moma, entre otros. Verplancke, consigue crear a través de este personaje polifémico de un solo ojo, una atmósfera creativa, simpática y muy didáctica, de la que estoy seguro que al lector joven y curioso no le dejará indiferente. Desde las manos del ilustrador, las extrañas imágenes de Magritte adquieren un matiz infantil, manipulando y jugando con las imágenes del artista de una manera que honra su espÃritu a la vez que expresa el propio sentido del juego que realiza Verplancke, consiguiendo una magistral reinterpretación de sus obras.
En estas fechas que se acercan El jardÃn de Matisse y La manzana de Magritte pueden hacer a la perfección la función de gran regalo, por la originalidad de la temática, que inspirará a lectores de todas las edades a mirar de cerca el mundo del arte y el que les rodea, y por qué no, a los adultos a aque compartan estas lecturas con ellos y asà disfrutar juntos de las ilustraciones evocadoras, y sobre todo, artÃsticas que enriquecen de forma fehaciente la memoria de estos dos grandes artistas contemporáneos, ya que no importa la autorÃa de quién pintó un cuadro y de cuánto costó en el mercado, lo que importa es el efecto transformador que puede llegar a tener en la gente y, a su vez, qué efecto transformador tiene en cadena para llegar a otra gente. En definitiva, el arte y todo lo que le rodea es una gran fuente de inspiración que está muy lejos de haberse agotado, y siempre quedarán nuevas formas de divulgarlo.
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