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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

La espiral del tiempo

Cómo el autor de cómics Kevin Huizenga convierte el insomnio en algo mágico

La espiral del tiempo
Pablo Delgado el

El paso del tiempo. Es algo que a muchos seres humanos les inquieta, sobre todo con el paso de la edad. El tiempo es igual para todos, pasa y pasa y no ha vuelta atrás. Por ello, en cómo se emplea ese tiempo existencial produce en el ser humano una búsqueda constante en poder aprovecharlo de la forma más satisfactoria que pueda. Si no se consigue, puede producir una especie de angustia existencial que va carcomiendo el interior de la mente y puede llegar a una espiral de la que es difícil salir.

Como alguien que tiene dificultades para dormir durante toda su vida adulta, y en esos momentos no para de pensar, reflexionar o intentar hacer, como le ocurre a Glenn Ganges, que no puede dormir. Un personaje de cómic creado en forma de serie por el artista estadounidense Kevin Huizenga (1977) y que ahora publica Salamandra Graphic con Glenn Ganges. El río de noche.

La ambiciosa novela gráfica de Huizenga, explora desde el insomnio hasta la naturaleza del tiempo, con reflexiones filosóficas sobre las relaciones, los videojuegos e incluso de algo tan cotidiano como la importancia de llegar a la biblioteca a tiempo de que no cierre. Hace que el lector se sumerga en las profundidades de la consciencia a través de las vicisitudes y disgresiones de Glenn Ganges que según el propio Glenn, por culpa de todo el café que se tomó antes de ir a dormir, surge toda una metafísica gráfica de una calidad incalculable por el hecho de no poder conciliar el sueño.

Glenn es un joven afable que, a pesar de parecer cómodo con su incertidumbre general sobre la vida, tiende a envolverse y, a veces, a ser prisionero de sus propias reflexiones sobre el comportamiento, el universo y el funcionamiento de su cerebro.

Un viaje que no es un viaje, ya que Ganges intenta no moverse prácticamente de la cama, sobre todo, para no despertar a su pareja, pero es su mente la que está en constante movimiento. Le vienen recuerdos nostálgicos en una mezcla ondulante de formas ideales basadas en lugares en los que ha estado antes. A veces retrocede en el tiempo; otras, cambia el punto de vista y se dedica a proponer técnicas para conciliar el sueño, mientras Glenn reflexiona acerca de qué manera perciben el paso del tiempo los geólogos y los gurús de la productividad, o nos habla de los placeres y las penurias del matrimonio, cuando se sufren decepciones o se traiciona la confianza del otro.

Huizenga parece construir la historia como si se tratara de una sinfonía: establece ritmos, aborda temas nuevos, añade y elimina escenas en las que contrae y estira el tiempo. Un trabajo tranquilo e introspectivo en el que su personaje Glenn merodea por la casa, sin dormir y pensando en cómo funciona su mente, contempla las ideas filosóficas y científicas del tiempo, da vueltas en un torbellino infinito de ideas sintetizadas. En una esencia formalista, en lo que supongo, es la forma abierta de designar instrumentos a través de metáforas visuales que se encuentran dentro de la acción de la historia, pero también ofrece un punto de vista observador y reflexivo.

Los pensamientos de Glenn siguen dando vueltas, uno debajo del otro y uno dentro del otro, en ese viaje profundo y surrealista a través del trabajo, los juegos de ordenador que le permitían relacionarse con sus compañeros de oficina, la aplicación de la ley, la geología, la vida con su pareja y los robots. A medida que la noche avanza, el arte de Huizenga se eleva por encima de las ciudades, a través de agujeros de gusano a lo largo y ancho de ríos que se dirigen a extraños reinos mentales.

Huizenga se compara ocasionalmente con Chris Ware, en el sentido de que ambos artistas usan la forma de los cómics para visualizar sistemas distantes en los que opera el comportamiento humano, pero el trabajo de Huizenga se preocupa menos por la distancia paradójica y la interrelación de las personas que se obsesionan con la concepción del tiempo y el espacio, como hace Ware, en el que el tiempo y el espacio como la interacción del consciente y el subconsciente del individuo, inevitablemente están cargados de información.

Pensamientos perdidos que se recombinan en sueños, viñetas que se acumulan a lo largo del libro y, a partir de esa acumulación, adoptan nuevas definiciones contextuales, que solo sirven para agobiar aún más al insomne ​​Glenn, que le provocan incluso una pérdida de la noción del tiempo durante esa noche. Vaga por la espiral del espacio y el tiempo; navega muy temprano en esa espiral, pero solo para encontrarse en páginas de pesadillas de información cada vez más apretadas e insomnes.

En definitiva, esta genial obra de Huizenga es una exploración sorprendente, bellamente ejecutada, alucinante y conmovedora de lo que puede significar el ser humano y su mente. Todos tenemos pensamientos cuando estamos acostados en la cama toda la noche y más si no concilias el sueño; seguir a Glenn en sus pensamientos es un viaje gráfico e intimista de un universo individual que toma de forma sutil la actividad eléctrica de una mente brillante que está en constante movimiento. Huizenga es un artista, una especie de soñador que hace pensar, y con este cómic transmite ese amor por lo que hay dentro de la cabeza de cada uno. Un gran cómic ejecutado de forma grandiosa en su parte visual como en su parte narrativa.

Glenn Ganges en el río de noche // Kevin Huizenga // Salamandra Graphic // Traducido por Esther Cruz Santaella // 2022 // 32 euros

 

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