El ser humano es el único de este mundo que se comunica a través de las palabras. Esa facultad de hablar que se define en la unidad lingüÃstica, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura, que es como las define la R.A.E.
Las palabras si no quedan escritas muchas pueden quedar en el olvido. Son la esencia del lenguaje y en ese microcosmos se encuentran las letras. Aquellas que son capaces de representar un signo abstracto de comunicación además de servir como elementos de valores plásticos.
Ser conscientes de las palabras es necesario para poder describir este mundo que nos rodea, para poder comunicarnos entre nuestros semejantes, por lo que se le debe dar, aún si cabe, mayor importancia a la utilización correcta del lenguaje. Para muchos, el enfrentarse a una página de un libro repleta de palabras, todas seguidas, simplemente separadas por los signos de puntuación, puede llegar a ser tedioso y estresante, pero hay un escritor y periodista que ha cambiado el prisma por el que mirar ese enfrentamiento con las palabras. Es Jesús Marchamalo (Madrid, 1960) y su maravilloso libro La tienda de palabras (Siruela). Un texto ameno, didáctico, y esclarecedor, de lo que se puede llegar a hacer con las palabras y lo divertido que puede llegar a ser el jugar con ellas, con las letras, con el orden y la disposición, para asà formar palabras capicúas, palabras reflejadas que no tienen singular y muchos otros juegos y trucos.
La trama novelesca es un pretexto genial y un enganche de una historia envuelta en misterio, para acercar lo que realmente pueden hacer las palabras, solas o en compañÃa, y sobre todo, recortadas y pegadas o a través de la escritura, que es el arte de representar los sonidos orales por medio de signos gráficos, y este arte, además de llevar a cabo su fin principal, como es la expresión del pensamiento, incorpora una manifestación de la belleza y recibe el nombre de caligrafÃa: por tanto, la caligrafÃa serÃa el arte de representar con belleza los sonidos orales.
Marchamalo nos da a conocer a Carlos, un joven profesor de instituto que un dÃa, volviendo a casa, descubre una misteriosa tienda donde se venden palabras singulares y curiosidades lingüÃsticas. De la mano de MatÃas, el dueño, descubrirá un mundo sorprendente de palÃndromos, acrósticos, anagramas y juegos donde las palabras —sus excepciones y tropiezos— son las protagonistas. 
Mientras, junto a su novia, Ana, se verá envuelto en una inesperada conspiración encaminada a hacer desaparecer del mundo las palabras más bonitas, las insustituibles.
A lo largo de sus páginas los textos completos se vuelven objetos para coleccionar, para jugar mostrando un mundo super divertido, y muy didáctico el que vende Marchamalo en su genial y original tienda de palabras. Un medio monosensorial que transmite todo un mundo de experiencias y posibilidades y que con la ayuda de los cinco sentidos las palabras nos hacen percibir el mundo como un todo, en un baile silencioso entre lo visto y lo leÃdo, entre lo visible y lo invisible, entre significado y significante.
Un libro para exhibirlo, -sobre todo leerlo y releerlo- estupendo para jóvenes y no tan jóvenes, para acumular palabras como otros acumulan riquezas y convertirse en un coleccionista de palabras a través de las lecturas, que ahà es dónde están las verdaderas tiendas de palabras. Los libros como contenedores repletos de ellas para dar forma a un todo, el lenguaje. Asà Marchamalo nos transmite esa adoración por la autenticidad de las palabras, por lo genuino, lo que satisface que siempre busca lo mejor para llenar ese gran cubo de la curiosidad y del conocimiento, asegurando al lector que con aquello que se encuentre lo reflexione y critique, para encontrar una solución mejor.
En definitiva, las palabras son parte muy esencial de la vida, y como tal hay que tratarlas, con decoro, con delicadeza, intentando utilizar siempre las adecuadas para cada momento, y sin olvidarnos de lo que nos propone Marchamalo: el poder jugar con ellas para demostrar que no son aburridas, como en La tienda de palabras, en que su protagonista Carlos, se encuentra ante un mundo que siempre hemos tenido ahà pero que no lo habÃamos observado desde otra perspectiva, la de las palabras que se ajustan bien o no a las cosas que representan para que asà las asimilemos y nos hagan sentir una profunda satisfacción, como si acabáramos de probar la existencia del mundo.
La tienda de palabras // Jesús Marchamalo // Siruela // 2019 // 16,95 euros
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