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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

La marca del editor

La marca del editor
Pablo Delgado el

Un editor es aquel que edita. Es la persona que publica por medio de la imprenta u otro procedimiento una obra, ajena por lo regular, un periódico, un disco, etc., multiplicando los ejemplares. Esta definición es una de las que nos proporciona la R.A.E. Pero sabemos que un editor en el mundo del libro es algo más. Es sobre todo la figura que hace de nexo de unión, de confidente con los autores.

Se está hablando mucho en los últimos años de que la figura del editor, por toda la avalancha digital, tiende a desaparecer, porque empiezan a existir herramientas que proporcionan a escritores, principalmente noveles, a autoeditarse, por lo que el editor tiende a ser visto como un intermediario innecesario entre el escritor y el lector.

El editor quiere hacer bien lo que antes se había hecho menos bien, y hacer por primera vez lo que antes se había ignorado. Nos cuenta Roberto Calasso (Florencia, 1941) en la obra publicada por Anagrama “La marca del editor” . Calasso es presidente y director literario de la italiana Adelphi, una de las editoriales de mayor prestigio internacional.

Este breve volumen viene a rebatir punto por punto ese y otros graves errores de los adalides de la inmediatez, la velocidad y el rendimiento monetario como categorías absolutas. Al glosar la figura de los grandes editores europeos y estadounidenses del siglo XX, Calasso muestra la importancia decisiva que sellos como Gallimard, Einaudi, Suhrkamp o Farrar, Straus & Giroux han tenido en la formación de un criterio y un público lector, en el ordenamiento y la separación del grano de la paja en lo que a literatura se refiere.

Cuenta sus experiencias en la editorial y de cómo trabajaba y se relacionaba con escritores y otros editores. Calasso en Adelphi se involucra bastante en la toma de decisiones a la hora de realizar la imagen para una colección u obra nueva. Denomina a los libros como “únicos”.

El “libro único” es aquel en el que rápidamente se reconoce que al autor “le ha pasado algo” y ese algo ha terminado por depositarse en un escrito. Por eso también es importante la imagen que acompaña a ese texto. Una imagen que se sitúa en la portada del libro y que tiene como función, además de ser atractiva para el posible lector, debe convertir las palabras que tiene esa obra en imagen. Esto comenta Calasso ya se utilizaba en la Grecia antigua y se denominaba ECFRASIS, que es un procedimiento retórico acuñado por el sofista Filostrato, que consiste en traducir en palabras las obras de arte. ” Lo sepan o no, todos los editores que usan imágenes practican el arte de la écfrasis al revés. Pero también las portadas tipográficas son una aplicación de esa figura, aunque más solapada y atenuada.” La imagen de dicha portada será el analogón (el equivalente de un texto en una sola imagen) del libro no debe ser elegida en si misma, sino también y  sobre todo en relación con una entidad indefinida y amenazante que actuará como juez, que es el público lector. La imagen no basta que sea la adecuada, deberá ser percibida como adecuada por múltiples ojos extraños que por lo general no saben nada todavía de lo que encontrarán en el libro. Se tiene que ofrecer una imagen que despierte la curiosidad y mueva a un desconocido a tomar en sus manos un objeto del que nada sabe excepto el nombre del autor, el título, el editor y la solapa. Esta última está concebida como el espacio en el que el editor muestra su punto de vista de por qué ha elegido esa obra, aunque este texto siempre ha sido sospechoso porque está escrito pro domo (para significar el modo egoísta con que obra alguien). La solapa en definitiva es una “carta a un desconocido”.

La imagen de la portada debe resultar adecuada incluso después de que el desconocido haya leído el libro, aunque solo sea para que no piense que el editor no sabe lo que está publicando. La pregunta a realizarse por los editores es ¿esa imagen vende o no vende?

Es un punto de vista, el de Calasso, muy particular sobre la imagen de una colección, un punto de vista que todo diseñador editorial debe de tener en cuenta para futuros trabajos profesionales ya que al ser un trabajo tan “opinable” debe tener conocimiento o intentar saber cómo piensan los demás.

Por ello critica el procedimiento a la hora de realizar el diseño de una colección o de una cubierta, ya que ese procedimiento lo realiza el director de arte que no forma parte de la editorial, siendo el resultado como si una misma fábrica proveyese todas las portadas que se venden en la mesa de una librería. En Adelphi aplicaban lo contrario, no encargaban la imagen fuera, la buscaban entre el propio Calasso y Foá, incluso los autores formaban, a veces, parte del proceso.

¿Pero este procedimiento desaparecerá con la digitalización de los libros? La digitalización hace desaparecer las portadas y por lo tanto la individualización de los libros. Una vez que un texto se digitaliza los libros se liberan de sus elementos físicos como la encuadernación y se entretejen entre si. La inteligencia colectiva de una biblioteca nos permite ver cosas que no alcanzamos a ver en un libro único aislado porque todos los textos están enlazados generando así un “libro único del mundo”. Incluso la forma de leer se tranforma convirtiendo una acción individual de la lectura en una acción en sociedad con las busquedas de palabras en un texto, en compartirlas, socializando así la lectura.

Así después de estas reflexiones tan importantes sobra la imagen y la digitalización para Calasso un buen editor es aquel que publica aproximadamente una décima parte de los libros que querría y quizá debería publicar. Por lo que llega a la pregunta de ¿Qué es una editorial? La respuesta habitual sería la de que es una rama de la industia en la que se busca hacer dinero publicando libros. ¿Y qué debería ser una buena editorial? La que publica buenos libros, es decir, libros de los que el editor tiende a estar orgulloso y no avergonzarse.

La edición siempre ha llevado, lleva y llevará grandes riesgos por el factor económico que lo rodea y que en más de una ocasión se han derrochado grandes fortunas. Pero ¿por qué el papel del editor sigue atrayendo? La edición siempre ha sido una cuestión de prestigio cultural, es un arte peligroso en el que el dinero es parte esencial, por lo que la forma es esencial y decisiva en la elección y secuencia de los títulos que se van a a publicar. Esa forma la proporcionan los textos, el diseño, la tipografía y el papel. La capacidad de dar a los libros una forma plural parte de un todo, es decir, como si fueran los capítulos de un libro. Pero sin olvidar que se debe llegar al público, porque el escritor necesita ser leído.

El verdadero editor es el que tiene la insolencia de pretender que, como principio general, ninguno de sus libros se le caiga de las manos al lector, ya sea por tedio o por un invencible sentimiento de extrañeza.

El editor no es una casualidad sino una necesidad.

Los pensamientos de Roberto Calasso son fundamentales para entender un poco más el mundo del libro y después de haber leído el volumen estarás mucho más cerca de un libro como objeto.

La marca del editor // Roberto Calasso // Anagrama // 176 páginas // 16,90 euros

 

 

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