Queda muy poco: el 31 de mayo próximo, en el astillero histórico de Portsmouth, abrirá sus puertas el Nuevo Museo del Mary Rose, el buque de Enrique VIII que se hundió en una maniobra mientras cañoneaba a la flota francesa. Pero ya se están vendiendo las entradas para conocer uno de los nuevos y grandes atractivos turísticos de Inglaterra. El Reino Unido da un paso enorme y envidiable en favor de la arqueología subacuática. El vídeo que mostramos ha sido realizado por un equipo de Lobster Pictures, encargado por el museo para la documentación del nuevo centro.
Tras el dificultoso rescate de los restos de aquel buque hundido en 1545 y descubierto en 1971, una excavación que se hizo con todas las garantías científicas, ha emergido una cápsula del tiempo que ahora llenará las nuevas salas del museo en el que viajaremos a la época y la sociedad que construyó la nave favorita del rey Tudor.
¿POR QUÉ SE HUNDIÓ?
Hasta hace muy poco se han seguido investigado las causas reales de su hundimiento en la batalla del Solent (el canal en la costa meridional de Gran Bretaña, junto a Potsmouth). Las últimas conclusiones confirman que el buque había ganado carga en sus años de servicio, llevaba una dotación excesiva y en el fatídico enfrentamiento, tras haber disparado una andanada, quiso virar sin cerrar las troneras de los cañones inferiores, que estaban a menos de un metro de la línea de flotación. Un golpe de viento inclinó el Mary Rose lo suficiente como para que el agua entrase y terminase de desestabilizar el navío hasta que se fue a pique.
MERCENARIOS ESPAÑOLES
Con él se hundió casi toda la tripulación, debido a las redes anti-abordajes que ocluían la cubierta. El yacimiento fue también, una vez más, la tumba de más de doscientas personas. Desde hace unos años se ha especulado con que Enrique VIII tuvo que contratar marineros extranjeros dada la falta de tropa inglesa disponible y que los tripulantes en el momento del naufragio eran españoles en una buena proporción. No hablaban inglés y no comprendieron bien las órdenes que podrían haber salvado el barco de aquella maniobra desgraciada. En todo caso, ello se sumó al problema de las troneras abiertas y al giro que el barco realizó para disparar los cañones del otro lado. Los últimos modelos informáticos realizados han confirmado la suma de causas.
Ahora, en el nuevo museo, la historia se contará desde los miles de objetos rescatados y con la mejor “artillería” de medios audiovisuales a disposición de los arqueólogos y museólogos de hoy día.
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