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La excavación del San José podría ser de otra forma

La excavación del San José podría ser de otra forma
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Por Gustavo García Jiménez

Cualquier destino comercial del patrimonio es lamentable. Es triste, pero una vez más parece que vencen el dinero y el interés privado mientras todos nosotros, tanto colombianos como españoles y gentes de otras nacionalidades, asistimos atónitos a este tipo de acciones.

Es obvio que no habrá ninguna seguridad de realizar una excavación científica con garantías del pecio, así que es muy discutible que la información que pueda extrapolarse de su excavación no quede gravemente comprometida. Una vez hecho, no habrá vuelta atrás. La sensación es que lo que se prepara es más un expolio “legal” que una excavación propiamente dicha. 

¿Por qué motivo tienen mayor valor patrimonial un montón de monedas de oro que otros elementos igualmente interesantes como materiales de origen orgánico que quizá puedan haberse conservado y vayan a ser descartados o dañados durante su extracción a marchas forzadas?

Parece mentira que a estas alturas todavía no esté claro que lo importante no es el material en sí, sino la contextualización de este y la información que lo acompaña. El patrimonio no vale su peso en oro, es mucho más valioso. No es colombiano, español o hispanoamericano, es patrimonio de la humanidad. 

Las empresas privadas cuentan con los medios para actuar a estas profundidades (les interesa, porque les sale rentable), pero también las tienen algunas universidades e institutos de investigación, que garantizarían sin lugar a dudas un trabajo científico idóneo. ¿Qué prisa hay? El pecio está ahí. La información yace a cientos de metros bajo el agua. No hay duda de que puede hacerse poco a poco, pero además en el futuro habrá mejores medios, y mucho más precisos. No es necesario vaciarlo todo de este modo, y menos como medio de pago para privados.

Aun desconociendo las particularidades jurídicas concretas del caso, la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático de la UNESCO, adoptada en 2001, es el marco legal internacional que ampara estas cuestiones, y parece que Colombia forma parte todavía de los países que no la suscriben. En un momento globalizado como este, no debería haber margen para que los gobiernos actuaran de forma partidista. Si es tal como parece, no se entiende muy bien qué ganan los colombianos con esto, pero también resulta lamentable que la UNESCO y las autoridades españolas no tengan voz en este asunto.  

 

Gustavo García Jiménez, director de Arqueología e Historia del grupo “Desperta Ferro”

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