Subir a bordo de un barco al pie de la letra es lo que siente el lector del libro «Juan Sebastián Elcano, embajador y navegante», del que son autores José Cervera Pery y Rafael Estrada Giménez, y que acaba de ser editado por el Ministerio de Defensa. Es la verdadera biblia del buque escuela de la Armada Española, dada la información que contiene, tanto histórica como humana, tanto técnica como de los medios, las obligaciones y las rutinas de su dotación. A nadie se le escapa que la publicación coincide con el inicio del V Centenario de la primera circunnavegación global, en 1519, un logro del marino de Guetaria que da nombre a nuestro buque escuela. Aunque tampoco que aquella gesta que cambió el mundo al demostrar su redondez es hoy la rutina para los guardiamarinas y la oficialidad embarcada de este bellísimo velero.
Navegante y embajador de España es el esbelto bergantín-goleta, embajador de nuestra sociedad y de nuestra historia. La misión del Juan Sebastián Elcano queda perfectamente narrada a lo largo de estas 350 páginas lujosamente encuadernadas e ilustradas con fotografías que van desde la primera vuelta al mundo del afamado navío, realizada en 1928 y en dirección contraria a la de Elcano, hasta los lugares más recónditos en los que ha fondeado.
En las páginas del libro se suceden imágenes de puertos, islas y volcanes, relatos de la vida cotidiana a bordo y de los actos oficiales en los lugares que toca tierra. Estremecen las fotografías de las tempestades con mar arbolada, el buque en escorada y el agua inundando la cubierta.
Pero si, visualmente, el libro es espectacular, el compendio de historias que recorren sus páginas permite a los lectores adentrarse en casi un siglo de navegación meticulosamente narrada, desde los relatos personales (impagable la colección final de curiosas anécdotas de la convivencia durante años, recopilada en fuentes directas, y elocuente y divertido el retrato de los protagonistas que forman la familia histórica y afable del barco). Están las imaginativas tradiciones asociadas al paso de los imaginarios meridianos y la disciplina y el empeño de una tripulación que siempre funcionó como un reloj en el gobierno del buque. Allí se forman los guardiamarinas, en un carácter que el libro ciñe y describe meticulosamente.
La presencia real -el libro tiene el prólogo de los Reyes Felipe VI y de Don Juan Carlos– es constante, porque la Familia Real ha estado asociada desde la donación de la bandera de combate por la Infanta Beatriz y la presencia de Alfonso XIII en 1928 hasta la actualidad.
Si hay algo que define a Elcano y que los autores han logrado compendiar es la biografía de un barco casi centenario que tiene la impronta de miles de vidas que se formaron sobre sus cubiertas y subieron a sus jarcias.
«Una hispanidad vigente», definen Cervera y Estrada ese espíritu. Lo mejor de lo que somos, cabría añadir.
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