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La protección del patrimonio: un capítulo pendiente en la política marítima europea

La protección del patrimonio: un capítulo pendiente en la política marítima europea
José María Lancho el

 

España, la hispanidad en un sentido más estricto, es objeto de una de las mayores crisis culturales de su historia. La  tecnología ha vuelto vulnerable un volumen enorme y único de patrimonio histórico que está siendo objeto de expolio masivo y en forma global en los fondos marinos. Sin embargo, muchos pecios de ese patrimonio descansan en aguas comunitarias, no sólo españolas.

Los recursos legales a disposición de España por diversas razones se han demostrado insuficientes, lo expresa alguien que modestamente ha visto cómo funciona lo que hay y lo que cabe esperar si las cosas no cambian.

El territorio de la Unión Europea es hoy por hoy una de las principales bases de la industria cazatesoros en el planeta. De hecho nuestra inefable Odyssey Marine actualmente dispone de una sede europea desde donde parece canalizar una parte significativa de su actuación.

Para España contar con el soporte jurídico y político de la UE sería una baza fundamental de cara a: 

1) coordinar la localización, inventario, vigilancia y actividad cultural sobre los recursos históricos sumergidos de origen español.

2) dificultar el desarrollo de los mercados e implantación de la industria cazatesoros en territorio de la Unión.

3) Propiciar una industria I+D+i y cultural en derredor a la investigación subacuática relacionada con hallazgos y protección de este tipo de yacimientos e investigación. Esto es algo que apenas existe en España.

Esta industria existe en países próximos como Suecia o Francia y su papel coadyuva a las demás industrias del mar basadas en I+D+i y a la industria cultural del propio país. Se trata de crear empleo en un sector capaz de traer inversión además de mecenazgo. Sin embargo, en el sector privado la falta de seguridad jurídica y de transparencia del sector público español en este ámbito (con independencia del nivel competencial de la administración responsable) , la dispersión competencial y el protagonismo discrecional  político de los numerosos agentes administrativos intervinientes  (muchos de ellos redundantes) han supuesto la destrucción de puestos de trabajo y de empresas. Asimismo ha provocado la huida de la inversión en un sector que existe en otros países (Suecia, Francia…) y que está estrechamente relacionado con la investigación y desarrollo y con la industria cultural.

España sufre de un problema de descoordinación competencial de los organismos y entidades de las distintas comunidades autónomas y la ausencia de éxito en su colaboración con la Administración Central. El establecimiento de una política comunitaria en este ámbito sería una solución, o al menos ayudaría enormemente a solventar este obstáculo, hoy por hoy invencible.

La preocupación de la Unión Europea por el patrimonio histórico sumergido de los Estados miembros, especialmente el hispánico, dotaría de un pretexto estratégico para intervenir positivamente en las aguas de prácticamente todo el mundo.

Imperdonablemente se han perdido importantes ocasiones de conseguir incluir en la política marítima integrada este elemento. Cuando la Comisión propuso el Libro Azul (octubre de 2007) para constituir esta nueva política comunitaria, ya se había sucedido el caso Odyssey, y España tuvo varias oportunidades para incorporar este aspecto tan sensible y vulnerable de nuestro patrimonio en nuestros fondos marinos y haberlo hecho con éxito, máxime cuando podía haber sido una baza estratégica de primer orden contra los Odyssey y el resto de la industria cazatesoros, incluso cuando el Consejo respaldó el Libro Azul tampoco se expresó nada por nuestro país, un error que se puede y se debe subsanar. Lo cierto es que esta nueva política comunitaria (la marítima) ha ido progresando muy lentamente y que solo la crisis la ha sacado del sueño de los justos.

Si bien el Reglamento 1255/2011 ha supuesto el establecimiento de un marco genérico de la politica marítima integrada, ese marco en realidad es un programa con unas líneas de actuación muy genéricas y abunda en alusiones genéricas del tipo apoyar el uso sostenible de mares y océanos y la ampliación del conocimiento científico.

Son varios los objetivos generales donde cabe la coordinación y establecimiento de una politica común en relación a la protección del patrimonio sumergido comunitario artículo 2 a) b) e) y f) e igualmente en los objetivos operativos (art 3)

Según los párrafos 1 y 3 del art 5) del Tratado de la Unión en los ámbitos que no sean de su competencia exclusiva la Comunidad intervendrá conforme al principio de subsidiaridad sólo en la medida en que los objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros y desde luego se puedan lograr mejor debido a su dimensión o a los efectos de la acción contemplada. Este ámbito, donde en caso de faltar la coordinación entre Estados hace inviable o muy difícil la protección del patrimonio, su difusión y la dificultad de frenar una industria criminal que actúa globalmente y se apoya en su capacidad de acción internacional.

La Union Europea se ha descolgado en el liderazgo entorno a la investigación de los océanos y la industria tecnológica relativa a fondos marítimos y basta contemplar donde se encuentran la mayor parte de las sedes relacionadas con la investigacion y el futuro jurídico el mar (Reino Unido y ex colonias y nuestro ponderado socio no concibe el mar como una política comunitaria. La protección del patrimonio sumergido sería un pretexto eficiente para esquivar la oposición británica a esa política común.

Esta propuesta, elaborada por quien esto suscribe, fue presentada al Ministerio de Asuntos Exteriores en octubre de 2013 y puesta en manos del Director General de Coordinación de Políticas Comunes y de Asuntos Generales de la Unión Europea don Alejandro Abellán a quien vi acompañado del escritor y periodista don Jesús García Calero y con la complicidad y refuerzo moral del arqueólogo don Javier Noriega, quien esta vez no cambió su querida Málaga por Madrid.

La Unión Europea no ha identificado los fondos marinos como un elemento estratégico crítico. La protección de la cultura sumergida sería un buen pretexto para recuperarlo.

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José María Lancho el

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