Y ya son dos. Al día siguiente de embalar sus enseres para abandonar definitivamente la plaza de La Misericordia, los cabezas visibles de la empresa Servicios Taurinos Serolo -Sebastián Rodríguez y su hijo Carlos- recibieron una nueva sentencia, esta vez del Juzgado de Primera Instancia número 2 de la capital aragonesa.
El fallo judicial desestima todas las demandas de Serolo contra la Diputación de Zaragoza en las que reclamaba básicamente una reducción de sus deberes económicos con la institución propietaria de la plaza de toros. Pretendía no pagar la parte proporcional del canon de arrendamiento de los tres primeros meses de 2012 en base a que firmó el contrato en marzo; quería una reducción porque, según Serolo, las últimas filas del tendido no eran aptas para la venta; reclamaba una rebaja por los días que la Diputación hizo obras de mejora en el coso…
En definitiva que con todas esas rebajas pretendía enjuagar sus deberes, un cambalache. Pues no, la Justicia le ha dicho que sus obligaciones son los 260.000 euros anuales, que es lo que firmó en un contrato por cinco años por un total de 1.300.000 euros. Desestimada la demanda y la obligatoriedad de pagar las costas judiciales. La Diputación absuelta.
Así que todo el juego de trile aplicado por Serolo desde su llegada a La Misericordia ha finalizado. Dos sentencias han puesto las cosas en su sitio. Desahuciado, con la obligación de pagar más de 570.000 euros, y con su demanda contra la propiedad desestimada.
Entre barreras
por
Ángel González Abad