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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

Morante, el torero necesario

Rosario Pérez el


Caliz de sangre en la arena. Morante de la Puebla cayó herido de gravedad el sábado en la Feria de Huesca. El pitón caló de lleno en el muslo izquierdo, provocando un giro y una grave cornada de tres trayectorias: más de medio metro de carne desgarrada, un navajazo de 65 centímetros. La noticia, narrada magistralmente y en primera línea de fuego por mi compañero Ángel González Abad, inundó el mapa taurino de Norte a Sur.

La recuperación se prevé larga y muy costosa. Según fuentes médicas, un mes como mínimo. Todo agosto perdido y septiembre en el aire en función de la evolución. La Goyesca de Ronda, el acontecimiento septembrino, se vislumbra como paisaje de fondo…

Duele la cornada de Morante. El sufrimiento por la herida se funde con el dolor de la afición de plazas como Bilbao, Almería y Málaga, que se quedarán sin ver al autor de las más toreras faenas de la temporada. Torería, naturalidad, valor, verdad y pureza, cinco cimientos para esculpir la obras de mayor calado, las cúspides de un año con faenas inolvidables en Valencia, Santander o Pontevedra, que cuentan fue la joya de la corona morantista.

Difícil papeleta para las empresas, que deben recomponer carteles huérfanos por la ausencia de una figura insustituible y con la firma de una exclusiva con Espectáculos Taurinos de México. Antonio Barrera, apoderado y torero por encima de todo, conocedor en su propia piel de las complicaciones de percances tan graves, vela en las distancias cortas por un Morante del que es fan y prefiere no aventurarse con fechas de diagnóstico imposible a día de hoy. Mientras, los teléfonos de empresarios y apoderados echan ya chispas en la búsqueda de una solución.

Con el máximo respeto a todos los que se visten de luces y a las grandes figuras del panorama, Morante es más que nunca el artista necesario y el paladar de sus innúmeros partidarios quiere degustar «de lo bueno, lo mejor; de lo mejor, lo superior». Dicen que el de La Puebla del Río está loco por volver a torear, pero aún resta un camino kilométrico, extenso como la cornada.

Ánimo, maestro, los marineros varados siempre vuelven a profundizar la mar.

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Rosario Pérez el

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