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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

El Viti, maestro de la humildad ausente

Rosario Pérez el

“La prepotencia te hace fuerte por un día. La humildad te hace fuerte para siempre”. Hay toreros de la vida y toreros en el ruedo, hombres en la vida y hombres en el ruedo, que ejercen lo que son desde la máxima humildad. Ellos son los grandes. Como ejemplo, la leyenda viva Santiago Martín “El Viti”, uno de los maestros cuyo camino madrileño me ha  contado de pe a pa mi querido José Luis Suárez-Guanes.

Con aficionados de esa generación chapeau, intercambio sms (que no wasás, esclavitud de nuestros días) sobre la diferencia entre el orgullo torero y la chulería prepotente, sobre el que habla autoproclamándose lo que no es y el que no parece a los ojos del mundo lo que sí es. ¡Ay, la humildad! Hay matadores y equipos de matadores/novilleros que no tienen ni media Puerta Grande o Puerta Grande y media y, según los oyes, piensas si se creerán Manolete hecho carne y hueso de nuevo. “Cuando corten dos orejas a un toro…” Pues eso. Y también se leen ciertas sentencias entre la prensa y la crítica, la oficial y la oficiosa, que parecen bíblicas, especialmente si no es de la cuerda que ata; la pluma y el par, con todos, del centro, de abajo y de arriba, oiga.

En otro capítulo está la sección orejera (alguna orejita ha habido este San Isidro que, sin ser de coña marinera (el toreo es cosa seria), sí ha sido un poco marinada, vuelta y vuelta, oiga…) y los que solo tocan pelo orejero el día que felicitan un cumpleaños. A tirones, que es otra vertiente del toreo. Horrible por cierto. Aunque no tanto como “oreja” de regalo, “que los toros apenas regalan nada”. Y si hay regalo, pues se dan las gracias. Aunque la palabra gracias esté a veces tan ausente como la humildad, en quienes olvidan la una y la otra dependiendo de cómo sople el viento, que ha soplado tela. E igual que a unos les conceden regalos a otros les roban lo que ganan… Cosas de las arenas y los despachos, amigo Sancho. Pero la justicia siempre llega, verdad ¿J. Alberto? Lo bueno está por llegar a  aquellos a los que alumbra en la oscuridad, a aquel por el que le gustaría estar en el rodaje de cada directo de su camino, aunque no es fácil adentrarse en quien lucha consigo mismo. Pero usted siempre estará a su lado, y tengo una deuda pendiente con sus lecciones de vida y sueños, una deuda conmigo misma. Gracias, J. Alberto (le debo un post).

Usted, fiel a sus versos y a su particular querencia venteña, sabe que hay toreros y adláteres que encuentran una excusa en cada toro, pero en lo que va de temporada y en esta feria ha habido bastante toros “orejeros”. El Viti, la leyenda de la que escribíamos, se entretuvo hace cincuenta años, en 1965, en encadenar dos Puertas Grandes en una semana. El 17 de mayo salió a hombros con una corrida de Galache que, según Cañabate, “no poseía un adarme de casta ni fiereza”. «Ayer preguntábamos si se podía torear a un mosquito. Hoy hemos tenido mosquitos injertos en borrego, que ya es el colmo de lo antitorero. Y, sin embargo, hemos visto torear. Hemos visto un milagro», escribía el crítico abecedario. El autor: don Santiago Martín.

Y el 25 mayo (este lunes se cumple medio siglo) firmó otra tarde histórica con los miuras. Volvió a enseñar que “cuando un torero quiere y sabe torear, torea hasta los marmolillos, y lo hizo de manera magistral, con un toro que embiste porque un torero quiere y sabe torear con maestría. Y lo magistral siempre es bello”.

Eso lo hizo El Viti mese antes de la transición. Siempre con la humildad como bandera -tan ausente y perdida tantas veces-, desde que su toreo estaba en la cuna hasta cuando subió y permaneció en la cúspide. El maestro nunca se ha considerado demasiado grande para las cosas pequeñas y ha transmitido su sapiencia y mantenido una lealtad absoluta a su profesión y a los suyos, a los que le ayudaron a crecer y a los que ayudó a crecer. Lo contrario, tal y como sucede a algunos, sería muestra de que se es demasiado pequeño para las cosas grandes. “Por eso lo grande les viene demasiado grande”. Espejismos que acaban en el desierto… Y otros, muchos, que también terminan en el desierto de manera injusta porque apenas ven un pitón o por simples manías (que haberlas, las hay).

Pero por muchas trabas e injusticias, trampas e intereses, aunque haya naufragios en ese mar revuelto del toreo, el que tiene madera siempre llega. No todos entenderán su viaje, especialmente si nunca han tenido que recorrer ese camino. Pero todo llega. No sé qué viajero lo dijo, pero es el lema de cabecera de muchos: “Si permites que tu corazón sea tu brújula, tu mente sea tu mapa y tu alma sea tu guía, nunca perderás”. Para quien tenga alma, claro, para el que crea en la justicia terrenal y divina. El Viti creyó y cree, triunfó y supo perdonar, discernir entre la pose y la pureza, entre lo superficial y lo hondo, lo que permanece. Gracias, maestro, por un legado único y tantas enseñanzas. En el toreo y en la vida.

FOTOS: BOTÁN E IGNACIO GIL

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