Rosario Pérez el 20 ene, 2016 Anda la capital de España más contaminada que nunca, con calles que parecen pocilgas y avenidas con zonas convertidas en auténticas cochiqueras. Los madrileños se quejan de la suciedad, de los peligros y las enfermedades que puede acarrear, pero Manuel Carmena ha estado presta y lista para comenzar por sacar el fairy en lo importante: los toros. ¡Adónde va usted a parar! Comencemos por lo que verdaderamente interesa al madrileño: acabemos con todo rastro taurino -esta vez la Feria de San Isidro- en la web de turismo de la ciudad, una ciudad que al final no va a querer visitar «ni la madre que la parió, porque ni ella la va a conocer», parafraseando a Alfonso Guerra, que probablemente lo que tampoco reconozca ahora es a su partido, un PSOE que cede sin contemplaciones a las presiones de Podemos. Camina el ciudadano mosqueado y preocupado con tanta basura, pero lo prioritario ha sido peinar de la web de turismo todos los enlaces taurómacos, como si una fuente de ingresos enorme para su ciudad le resultara apestosa. Y lo que apesta doña Manuela es la ciudad que usted gobierna, con mugre en cada adoquín, con basura insalubre. Y no, no son rastros diminutos como los que conservaba ayer en la web de turismo -y que desde su gabinete de prensa me recalcaron muy amablemente que eliminaría al completo (aún queda algo) en su lucha de «no a todo lo que signifique maltrato animal»-. Más allá del debate de bienestar animal -ya quisiera la mayoría de animales tener el bienestar que un toro bravo-, lo que resulta bochornoso es el estercolero en el que está convertido Madrid. Cristina Cifuentes, a sabiendas y sin esconder que los contratos provienen del anterior Ejecutivo, ya le ha instado a que asuma la responsabilidad de limpiar la capital y que abandone políticas estériles sobre cuestiones «extravagantes». Que si palomas mensajeras, que si circos, que si placas, que si no al turismo taurino… Al otro lado de la ventana política, de esa en la que el aficionado solo pide respeto y que le dejen la Fiesta en paz, sorprende y alarma la persecución a la que se ve sometido el mundo del toro, a modo de inquisición. La dictadura de la prohibición, la imposición del pensamiento único por parte de los nuevos partidos radicales. Preocupante. Muy preocupante. Algunos llevan a rajatabla una de las reglas del arte de la guerra de Sun Tzu: crear problemas donde no los hay. San Isidro es también sinónimo de toros, sentenciaba la web de turismo hasta hace unos momentos dentro del apartado Arte y Cultura. Y así seguirá siendo. Fuera o dentro de esa web para y por el turista, de la que Carmena se adueña sin atender a los gustos y de ofrecer el más amplio abanico cultural y de ocio, Madrid continuará siendo la capital del toro y el toreo. Y San Isidro volverá a llenar Las Ventas durante un mes completo, inyectando economía a la capital, a los bares de alrededor, a hoteles, restaurantes, al gremio del taxi; a otras artes, en las visitas del aficionado a distintos museos, a teatros, en su recorrido por las tiendas y por esas calles que no sabemos si para mayo seguirán como cuadras. Un empresario de nuestra querida América me comentó recientemente que en los treinta años que lleva visitando la capital -y yendo a los toros- no ha visto nunca Madrid «tan recochino». Pero limpiar las calles no importa, dónde va usted a parar, la prioridad es machacar nuestro patrimonio, nuestra economía y nuestro medio ambiente, que nada lo respeta más que la ganadería de lidia. Pongamos que hablo de tauromaquia. O como canta un artista de izquierdas, pongamos que hablo de Madrid. Falta le hace una buena limpieza de corrales… (La pestaña sobre la feria de San Isidro de la foto ya no aparece desde hoy en la web de turismo del Ayuntamiento) Otros temas Comentarios Rosario Pérez el 20 ene, 2016