Se alza el telón de la temporada de José Tomás. En la marabunta de los derechos de imagen del G-10, el torero de Galapagar aparecía siempre como paisaje de fondo de los despachos: las empresas deseaban como agua de mayo anunciarlo en sus carteles, como reclamo taquillero en año de crisis y de enredos televisivos.
Se habló de un posible reencuentro con Sevilla tras una década ausente, pero la esperanza de la afición maestrante se fue al traste. Luego llegó Madrid. Taurodelta le guardaba una corrida de Victoriano del Río que sus propios veedores de campo habían visto con agrado. Pero su apoderado, Salvador Boix, levantó el teléfono para decir a la empresa que «dispusiese» de esa corrida. Tras esa llamada, y otras conversaciones de tono cordial, los empresarios de Las Ventas entendieron que José Tomás no acudiría a la Monumental.
La incógnita de su posible reaparición se mantiene encorsetada a cal y canto. Nadie quiere decir ni «mú» -incluso algunos se han llegado a preguntar si el recién estrenado padre se vestirá de luces esta temporada-, aunque según fuentes próximas al torero, éste podría estarse planteando hacer una campaña estival, en plazas como León (junio), Valencia (julio, en esa feria reapareció en 2011 de su dramática cornada en Aguascalientes) o Gijón (agosto). Jerez, por mayo, también se baraja.
Precisamente en la primera ha anunciado el escritor Paco Cañamero que podría arrancar su temporada el de Galapagar, el 23 de junio, para dar la alternativa a Damián Castaño, en presencia de su hermano Javier. Las relaciones con la familia Postigo son buenas -tampoco se descarta un paseíllo en Segovia- y José Tomás siempre ha encontrado calor en el bautizado como León Arena, donde en 2009 avivó la llama de la pasión de unos tendidos abarrotados.
Toros