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Blogs El talón de América por Carmen de Carlos

Cristina Kirchner y “la fábula del escorpión”

Carmen de Carlos el

El último cambio de maquillaje del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se derrite. Los calores propios de la época, de vaca flacas, se traducen en sudores fríos en un joven Gabinete quemado en apenas tres meses. Jorge Capitanich y Axel Kicillof , los dos estandartes del Ejecutivo cristinista, no dan para más y eso es menos que nada.

Los problemas económicos de Argentina no encuentran –habiéndola- solución política. La desconfianza en los gobernantes se traduce en hechos concretos. El peso no pesa en el bolsillo de los ciudadanos, la inflación sigue su curso (se estima un 40 por ciento para este año), los sindicatos exigen subidas, -como el de los docentes de hasta el 61 por ciento-, los bancos suprimen las “doce cuotas” y el abanico de diferentes valores para el dólar se multiplica (blue, sojero, con tarjeta, liquid en bonos etc).

La presidenta del Gobierno salió a poner la cara, de mala gana, en su trinchera vespertina de la Casa Rosada. Por la mañana sus ministros, Florencio Randazzo y Agustín Rossi, habían desestimado una retira del poder antes de tiempo. “No se ilusionen que no nos vamos a ir antes” y estaremos “hasta el último día de mandato” aseguraron. En consecuencia, el fantasma de la renuncia amagó con resucitar.

Cristina Fernández de Kirchner encomendó a sus “pibes” que asuman obligaciones que son propias de su Administración: vigilar el cumplimiento de los acuerdos de “precios cuidados” (en rigor, ni acuerdo ni cuidados sino impuestos y abandonados). La viuda de Néstor Kirchner pintó un país de abundancia y “prosperidad” herido por la incomprensión y la codicia ajena. La peronista sacudió al sindicalismo, a los empresarios y, cosa rara, reconoció “errores” llamados “ciertos desequilibrios”.

Mientras, sus “muchachos”, pocas horas antes, acusaban al Ceo de Shell, Juan José Aranguren, de disparar la inflación y le echaban la culpa al otro de la devaluación del Gobierno. Coherente consigo misma, la presidenta maquilló su intervención con dos anuncios. El aumento de las jubilaciones –previsto por ley- y nuevos subsidios escolares. En su discurso, descubrió que los piqueteros que cortan calles (algunos los metió en su Gobierno) ahora son malos, que los medios de comunicación tienen “mala onda”, que las subidas que asume como propias son los puestos de trabajo, la recaudación récord, la creación de sus universidades nacionales y populares (nueve más), becas y un largo etcétera de logros de lo que ella llama la “década ganada”.

Dicho todo esto, con Baltasar Garzón sentado en fila de privilegio y aplaudiendo a rabiar, Cristina Fernández, pareció anunciar que cambiará de marca (modelo económico). “¿Políticas de ajuste?” Se pregunto antes de responder, “no, políticas de equidad”.

Tras una hora de hablar, la fábula del escorpión se le vino a la mente y la convirtió en palabra. “Esta claro que no tengo vocación de rana y… se nadar”, dijo. La cuestión es si sabrá guardar la ropa. De momento, el fondo del armario de Argentina, está empapado.

Los patios de la Casa Rosada y “los pibes” K

Discurso completo:

Política

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