Carmen de Carlos el 27 dic, 2018 Año impar y, como siempre en Argentina, de elecciones. En el 2019 serán, además, presidenciales. Mauricio Macri llega a la recta final de su mandato con escaso fuelle y demasiadas promesas incumplidas. La más importante, la de terminar con la pobreza, le debe pesar más que ninguna otra. La famosa “lluvia de inversiones” nunca caló, con la abundancia anunciada, en territorio argentino. La inflación sigue como en los tiempos del inefable Axel Kicillof (llegó al 40 por ciento), el “riesgo país” (prima de riesgo) continúa disparado por la falta de confianza y Argentina, con Venezuela y Nicaragua, se convirtió en uno de los tres países de la región que tuvo crecimiento negativo. No importa si el mundo cambió y desvió la hoja de ruta prevista por el Gobierno o la herencia era (que lo era) pesada como ninguna. Tampoco que hubo una oposición, reducida, que puso “palos en la rueda” de la gestión o existió una cúpula judicial que, entre tinieblas, conspiró para poner entre las cuerdas al Gobierno, con fallos que vaciaban sus arcas. A los argentinos, todo eso, ya les deja indiferentes. Lo mismo les pasa cuando oyen quejarse a los miembros de la coalición oficialista Cambiemos por no tener mayoría en ninguna Cámara o por tener que recurrir, tarde y mal, al Fondo Monetario Internacional. La gente, cuando vota a sus gobernantes no quiero lamentos sino soluciones y verdad, esa otra promesa no cumplida con la crudeza que merecía, especialmente, los primeros días de Gobierno. Quizás algunos argentinos sueñan y fantasearán siempre con milagros pero, en general, tienen los pies en la tierra y confían en que los nuevos administradores gestionen algo mejor sus vidas. El proyecto de Macri, con visión de país y a largo plazo, no ha logrado darles satisfacción en el día a día de su bolsillo roto. El desencanto se siente en las calles y en las casas. Los sondeos anticipan un escenario electoral similar al del 2015. Si Cristina Fernández formaliza su candidatura Macri, posiblemente, será reelecto con el voto resignación (aunque los mercados no lo tienen tan claro). Su victoria, será entonces fruto del espanto que provoca la viuda de Kirchner y no del reconocimiento a unas cuentas que, en rigor, no le cuadran ni a él ni a la gente. Política Comentarios Carmen de Carlos el 27 dic, 2018