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Blogs El talón de América por Carmen de Carlos

Argentina y Puigdemont, un diván para el “senyor”

Argentina y Puigdemont, un diván para el “senyor”
Carmen de Carlos el

Los argentinos, en menos de un mes, se han convertido en voces autorizadas de la crisis catalana. En las tertulias de radio y televisión (también en las otras) se cita “el 155” como si fuera ya un artículo de su Constitución. Su familiaridad con el asunto les permite incorporar ironía, humor y el análisis de una realidad que, a la mayoría, le resulta inconcebible.
Plantearle a un argentino la escisión de parte de su territorio, pese a los viejos amagos de las provincias de Santa Cruz y San Luis, provoca un gesto de incredulidad extrema y una media sonrisas jocosa. Algo similar sucede cuando se pronuncian sobre la actuación de Carles Puigdemont y su permanente corte de manga a la democracia, la Constitución, y a la ley. En este caso, el fin de la cita, ahora que el ex President está en busca y captura, suele ser esta pregunta: ¿Cuándo va en cana (a la cárcel)?
Su corre que te pillo por Bruselas, sumado a la permanente contradicción de sus declaraciones y el absurdo de tratar de convencer a Europa y al mundo, que Franco ha resucitado en la figura de Mariano Rajoy, una especie de gran dictador a lo Charles Chaplin, les produce una sonrisa burlona.
La elección del ex President de un abogado curtido en la defensa de etarras y su denuncia de falta de garantías judiciales en España (mientras la tropa acude a la llamada de los jueces) les parece de un surrealismo que supera el suyo de las últimas décadas. Eso, por no mencionar cómo caracterizan los rasgos gallardos del capitán del barco que pretendía ser presidente de una “república” cuya imagen ha logrado convertir, con su ex Gobierno, en una caricatura grotesca de aquellas bananeras de cómic de otro siglo.

Fotos Emmanuel Fernández

En la entrega de los premios Clarín de Novela, durante la recepción, el caso Cataluña (sí, un caso) resultaba imposible de esquivar. Los argentinos, líderes en Latinoamérica (con Chile) en el uso de redes sociales, se solazaban con los memes, “gifs” y vídeos de aquellos a los que consideraban, hasta hace unas semanas, mentes brillantes, universales, estratégicas y modernas. Al margen del escarnio que se ha hecho a cuenta de la “gesta” Puigdemont en Twitter y FB (las más populares) los hijos de la madre patria, que en ocasiones la miraron como madrastra, expresaban su asombro por la reacción del independentismo e ingenuidad en unos presuntos revolucionarios (de maletas Louis Vuitton) que han logrado permear las almas esponjosas de unos dos millones de personas.
A los argentinos que pensaban que su experiencia “nacional y popular” de Cristina Fernández era difícil de superar, este escenario les perturba casi tanto como a los españoles que ignoraban el grado de abusos y atropellos que se han cometido estos años en Cataluña. La constatación del desafío que ha sido –y es, no nos engañemos- vivir allí para los catalanes que se sienten también españoles y europeos, genera un malestar que perjudica la imagen de aquella Cataluña próspera en bienes materiales y de los otros.
El vídeo donde el castellano resulta un desafío mal logrado para Clara Ponsatí la ex “Consellera de Ensenyament” (enseñanza, educación) que hoy sigue a la sombra de Puigdemont en Bruselas, parecía una broma de mal gusto para el corrillo que acaba de aplaudir la entrega del premio de novela al “Cadáver exquisito”, de Agustina Bazterrica, una historia de caníbales que fácilmente podría aplicarse en la Cataluña de hoy.
Entre los muertos reales, los fiambres políticos y los de ficción, en esa reunión de las letras también, en petit comité, se puso sobre la mesa de la discusión otros libros, diseñados y pensados, para el desarrollo del buen catalán (el independentista, claro). Son aquellos de texto o lectura para la infancia con el abecedario “indepe” cuyas imágenes dejaban de una pieza a los contertulios. Entre una cosa y otra, los gestos de incredulidad o asombro se sucedían y alcanzaban su máxima expresión (hasta de incredulidad) cuando se habló de esas clases históricas donde a los niños de babi les hacen interpretar la guerra con los “enemigos” españoles.
Los argentinos, usualmente con buen oído para los idiomas, (crisol de razas), suelen tener a la Barcelona de Messi entre sus ideales. No es raro conocer a alguno que hable catalán a la perfección. Con talento de sobra –y experiencia- para entender cualquier idioma (en el lenguaje que sea) no son pocos los que, después de ver y escuchar a Puigdemont, recomendaban, un diván para el “senyor”.


El catalán que sólo donaría sus órganos a otro catalán, el otro catalán que los daría a cualquiera y el colombiano que alucina.


Política
Carmen de Carlos el

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